Página 10 de 48
príncipe Juan podría estar implicado en la muerte de su amigo, de que todo hubiera sido una
acción preparada por él y sus secuaces.
Pero Richard At Lea supo inmediatamente lo que tenía que hacer: poner los hechos en
conocimiento del rey. Para ello debía encaminarse hacia Tierra Santa.
CAPÍTULO CUATRO
UN VIAJE FROSTRADO
Llevado por el deseo de que se hiciera justicia por la muerte de su amigo y tratando de evitar
males peores para Inglaterra, Richard At Lea se dispuso a realizar los preparativos para su viaje a
Tierra Santa.
Había asuntos importantes que tenía que resolver: conseguir dinero para poder fletar un barco y
pagar a los hombres armados que lo acompañarían, y dejar a alguien encargado de la custodia de
su hija.
At Lea, después de pensar en quién podría ser la persona más idónea, decidió acudir a un
amigo a quien hacía tiempo que no veía: Hugo de Reinault.
Este noble caballero sajón debía algunos favores a Richard At Lea. Ahora era muy rico y, sin
duda, estaría dispuesto a ayudarle.
Pero, a veces, el tiempo hace cambiar a los hombres, y lo que no podía imaginar Richard At Lea
es que Hugo de Reinault fuera en ese momento partidario de Juan sin Tierra.
El príncipe Juan comenzaba a contar con un buen número de adeptos, muchos de ellos sajones.
La mayoría de los caballeros reclutados lo había sido a cambio de dinero contante y sonante, o
bien con la promesa de ser fuertemente recompensados con tierras y privilegios.
Éste era el caso de los hermanos Robert y Hugo de Reinault, Guy de Gisborne, Arthur de HiIls y
tantos otros. Todos ellos fueron capaces de traicionar a su legítimo rey, a su pueblo, a sus amigos
y compañeros, incluso a sí mismos, exclusivamente por dinero y poder
A un hombre de esta calaña, a Hugo de Reinault, fue a quien se dirigió el noble Richard At Lea
en busca de ayuda.
-¿Qué os trae por aquí, querido amigo? ¡Cuánto tiempo sin veros! -saludó de forma efusiva