Cocos Y Hadas (Julia de Asensi) Libros Clásicos

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y sus alrededores. Todo era empezar y no dudaba que lograría reunir una
buena parroquia, porque le bastaría una pequeña ganancia. Sus parientes no
quisieron prestarle aquella insignificante cantidad por temor de que no se
la devolviera.
Una mañana, al levantarse Félix, vio que por debajo de la puerta de
su casa habían echado un pliego encerrado en un sobre. Se lo llevó a su
madre, que sacó de él un papel color de rosa.
-¿Qué pone ahí? preguntó el niño.
Y Micaela leyó lo siguiente:
«Las hadas Esmeralda y Turquesa, más conocidas por las buenas hadas,
queriendo dejar un recuerdo a los niños de este pueblo de su paso por él,
les ruegan que escriban lo que desean antes del 1.º de junio y depositen
sus peticiones en el hueco del [23] tronco de la encina que hay a la
entrada del campo. El 6 del mes citado recibirán la contestación. No se
admitirá ningún pliego que vaya sin firmar.»
-¡Madre, madre! exclamó el niño con júbilo, escribe por mí, puesto
que yo no sé, y pon al pie de lo escrito mi nombre.
-Pero, hijo ¿tú crees que esto es verdad? preguntó Micaela.
-Sí, sí lo es, escribe.
-¡Pero si no tengo papel ni tinta!
-No importa, en el mismo pliego de las hadas escribe con lápiz.
La viuda riendo al ver la alegría de su hijo se dispuso a escribir y
él dictó estas palabras:
«Señoras hadas: muy agradecido a sus bondades, les pido que den a mi
madre, a la que tanto quiero, cinco duros, o aunque sea menos, para
comprar algunas cosas que necesita para venderlas por los pueblos, pues
somos muy pobres y hay días en que apenas tenemos que comer. Les pido
además que me devuelvan mi jilguero, al que también quiero mucho. Que no
desoigan estos ruegos les suplica Félix Martínez.» [24]
-Ahora, madre, dijo el niño, dame la carta y la llevaré sin perder
tiempo.
Y echó a correr, sin descansar hasta que llegó al campo.

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