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cochero del pescante y por último volcó el carruaje. El cochero, temeroso
de que le achacasen la responsabilidad de lo ocurrido, huyó, y el niño,
mal herido, fue recogido por nosotros. Tú eres pobre y desgraciado y
tienes ambición. Si puieres ser rico y feliz ponte la ropa de Guillermo,
hazte pasar por él, y éste, vivo o muerto, ocupará tu lugar.
La tentación era muy grande para que Paulino resistiera a ella.
Vio a Guillermo que estaba acostado en una pobre cama, pálido,
perdido el conocimiento, y creyó que le quedaban pocas horas de vida.
Puesto que el niño iba a morir ¿qué perjuicio podía causarle aquella
sustitución? Antolín, que llegó a su casa poco después, acabó de
convencerle. Paulino se despojó de su humilde ropa y se puso la de
Guillermo, que parecía hecha [36] para él. La bruja le peinó como el otro
niño y el parecido aun fue más notable.
-En pago de este servicio, le dijo Antolín, me darás todo el dinero
que puedas; si dejas de hacerlo descubriré la verdad y te volverás a tu
casa, después de recibir un castigo.
Paulino prometió pagar aquel favor y al día siguiente partió para la
ciudad en compañía de Antolín. Nadie supo por entonces lo que había sido
del cochero.
La madre de Paulino fue avisada por la bruja de que su hijo se había
caído de un árbol; vistieron a Guillermo con la ropa del otro niño y la
pobre ciega pudo engañarse al pronto creyendo que aquel muchacho herido y
atacado de violenta calentura era realmente su hijo.
III
Cuando Antolín volvió, ya tenía todo el dinero que los señores habían
dado a su supuesto hijo para que lo gastara en limosnas y diversiones.
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-Esto va a ser una mina inagotable, dijo el hombre, así podremos
vivir sin trabajar, comiendo bien y bebiendo mejor.
El papel que quería representar Paulino era más difícil de lo que
pensó.
El señor del castillo observó bien pronto que el que creía Guillermo