Cinco Semanas en Globo (Julio Verne) Libros Clásicos

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subir ni bajar.
»Para verificar la ascensión, doy al gas una temperatura superior a la temperatura
ambiente por medio del soplete. Con este exceso de calor, obtiene una tensión más fuerte
e hincha más el globo, que sube tanto más cuanto más dilato el hidrógeno.
»El descenso se realiza, naturalmente, moderando el calor del soplete y dejando que
baje la temperatura. La ascension sera, pues, generalmente mucho más rápida que el
descenso. Pero esta circunstancia resulta favorable, pues no tengo ningún interés en bajar
rápidamente, mientras que una pronta marcha ascensional es lo que me permite evitar los
obstáculos. Los peligros están abajo, no arriba.
»Además, como les he dicho, tengo cierta cantidad de lastre que me permitirá elevarme
con más prontitud aun en caso necesario. La válvula situada en el polo superior del globo
no es más que una válvula de seguridad. El globo conserva siempre la misma carga de
hidrógeno, siendo las variaciones de temperatura que produzco en ese medio de gas
cerrado las que provocan todos los movimientos de ascension y descenso.
»Ahora, señores, añadiré un detalle práctico.
»La combustión del hidrógeno y del oxígeno en la punta del soplete produce
únicamente vapor de agua. He dotado, por ello, a la parte inferior de la caja cilíndrica de
hierro de un tubo de desprendimiento con válvula que funciona a menos de dos
atmósferas de presión; por consiguiente, desde el momento en que alcanza esta presión,
el vapor se escapa por sí mismo.
»He aquí cifras muy exactas.
»Veinticinco galones de agua descompuesta en sus elementos constitutivos, dan 200
libras de oxígeno y 25 de hidrógeno. Esto representa en la presión atmosférica, mil
ochocientos noventa pies cúbicos del primero y tres mil setecientos ochenta del segundo;
en total cinco mil seiscientos setenta pies cúbicos de mezcla.
»La espita del soplete, enteramente abierta, consume veintisiete pies cúbicos por hora,
con una llama por lo menos diez veces más potente que la de las farolas de alumbrado.
Por término medio, pues, para mantenerme a una altura poco considerable, no quemaré
más de nueve pies cúbicos por hora, por lo que mis veinticinco galones de agua
representan seiscientas treinta horas de navegación aérea, es decir, algo más de veintiséis
días.
»Y como puedo bajar a mi arbitrio, y renovar por el camino la provisión de agua, mi

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