Viaje al centro de la Tierra (Julio Verne) Libros Clásicos

Página 159 de 185


-En ese caso -respondió mi tío-, es inútil continuar esta exploración, y me parece lo
mejor que regresemos a la balsa. Pero, ¿no te engañas, Axel?
-Difícil resulta el dar una contestación categórica, porque todas éstas rocas se parecen
unas a otras. Creo reconocer, sin embargo, el promontorio a cuyo pie construyó Hans el
artefacto en que hemos cruzado el Océano. Debemos encontrarnos cerca del pequeño
puerto, si es que no es este mismo -añadí examinando un surgidero que creí reconocer.
-No, Axel --dijo mi tía : encontraríamos nuestras propias huellas, al menos, y yo no vea
nada...
-¡Pues yo sí veo! -exclamé arrójándome sobre un objeto que brillaba sobre la arena.
-¿Qué es eso?
-¡Mire usted! -exclamé, mostrando a mi tío un puñal que acababa de recoger.
-¡Calma! -dijo este último-. ¿Habías tú traído ese arma contigo?
No ciertamente; supongo que la habrá traído usted.
-No, que yo sepa; es la primera vez que veo semejante objeto.
-Lo mismo me ocurre a mí, tío.
-¡Es extraño!
-No, por cierto: es sumamente sencillo; los islandeses suelen llevar consigo esta clase
de armas, y ésta pertenece sin duda a nuestro guía, que la ha perdido en esta playa...
-¡A Hans! -dijo m¡ tío con acento de duda, sacudiendo la cabeza.
Después examinó el arma atentamente.
-Axel -me dijo, al fin, con grave acento-, este puñal es un arma del siglo XVI; una
verdadera daga de las que los caballeros llevaban a la cintura para asestar el golpe de
gracia al adversario: es de origen español, y no ha pertenecido ni a Hans, ni a ti, ni a mí.
-¡Como! ¿Quiere usted decir...?
-Mira si hubiera sido hundida.en la garganta de un ser humano no se habría mellado de
esta suerte; la hoja está cubierta de una capa de herrumbre que no data de un día ni de un
año, ni de un siglo.
El profesor se animaba, según su costumbre, dejándose arrastrar por su imaginación.
-Axel-prosiguió en seguida-, ¡nos encontramos en el verdadero camino del gran
descubrimiento! Este puñal ha permanecido abandonado sobre la arena por espacio de
cien, doscientos, trescientos años, y se ha mellado contra las rocas de este mar
subterráneo.
-Mas no habrá venido solo ni se habrá mellado por sí mismo -exclamé-; ¡alguien nos
habrá precedido...!
-Sí un hombre.
-Y ese hombre, ¿quién ha sido?

Página 159 de 185
 



Grupo de Paginas:           

Compartir:




Diccionario: