Mucho ruido y pocas nueces (William Shakespeare) Libros Clásicos

Página 2 de 57

Decidme, ¿a cuántos hombres ha dado muerte y se ha engullido en estas guerras? ¿A cuántos ha matado tan sólo? Porque, a la verdad, yo he prometido comerme todo lo que matara.
LEONATO.-A fe, sobrina, que tratáis con excesiva dureza al signior Benedicto; pero él se desquitará con vos, no lo dudo.
MENSAJERO.-Ha prestado buenos servicios en estas guerras, señora.
BEATRIZ.-Tendríais víveres rancios, y os ayudó a comerlos; es un valentísimo gastrónomo; posee un estómago excelente.
MENSAJERO.-Es también un buen soldado, señora.
BEATRIZ.-Un buen soldado ante una dama; pero ¿qué es frente a un caballero?
MENSAJERO.-Un caballero frente a un caballero, un hombre frente a un hombre, adornado con toda clase de honrosas virtudes.
BEATRIZ.-Eso es, efectivamente; no otra cosa sino un hombre adornado; mas, en cuanto al adorno... Bien, todos somos mortales.
LEONATO.-Señor, no toméis en mal sentido las palabras de mi sobrina. Hay una especie de guerra chistosa entre ella y el signior Benedicto. Jamás se encuentran sin que se entable entre ambos una escaramuza de ingeniosidades.
BEATRIZ.-¡Ay! Nada suele ganar en ello. En nuestra última contienda, cuatro de sus cinco sentidos salieron malparados, y ahora no le queda más que uno para el gobierno de todo su ser. Así que, si le resta ingenio bastante para mantenerse en calor, consérvelo, a fin de distinguirse de su caballo, por cuanto es el único atributo que le queda para pasar por una criatura racional. ¿Quién es ahora su compañero inseparable? Cada mes tiene uno nuevo, que jura ser hermano suyo.
MENSAJERO.-¿Es posible?
BEATRIZ.-Y tan posible. Lleva sus fieles amistades a la moda de su sombrero. Varía siempre a tenor del último figurín.
MENSAJERO.-Noto, señora, que el caballero no está en vuestros libros.
BEATRIZ.-No; si lo estuviese, quemaría mi biblioteca. Pero decidme, os ruego, ¿quién es su íntimo? ¿No hay ahora ningún joven quimerista que quiera hacer con él un viaje a los infiernos?
MENSAJERO.-Las más veces se acompaña del muy noble Claudio.
BEATRIZ.-¡Oh Dios! Se pegará a él como una epidemia. Se contagia con mayor celeridad que la peste; y el que la coge, inmediatamente se vuelve loco. Dios asista al noble Claudio. Si ha contraído la enfermedad Benedicto, le costará por lo menos un millar de libras el verse curado.
MENSAJERO.-¡Quiero ser de vuestros amigos, señora!
BEATRIZ.-Sedlo, buen amigo.
LEONATO.

Página 2 de 57
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:




Diccionario: