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o que mi bugle cuelgue de un invisible cinturón, que todas las mujeres me perdonen. Porque no quiero hacerles la injusticia de desconfiar de alguna de ellas, me reservo el derecho de no fiarme de ninguna. Y por último -y esto será lo más conveniente para mí-, me propongo vivir soltero.
DON PEDRO.-Antes de morir, he de verte palidecer de amor.
BENEDICTO.-Me veréis palidecer de cólera, de enfermedad o de hambre, señor; pero no de amor. Si me demostráis alguna vez que el amor me ha quitado más sangre de la que pueda recobrar con la bebida, sacadme los ojos con la pluma de un coplero y colgadme a la puerta de un burdel como signo del ciego Cupido.
DON PEDRO.-Bien; pues si no quebrantas esa fe, proporcionarás un lindo tema de discurso.
BENEDICTO.-Si la quebranto, colgadme en una botella como a un gato y tirad al blanco sobre mí; y al que me acertare, dadle una palmada en el hombro y llamadle Adán.
DON PEDRO.-Bien, como aventura el tiempo:
Tiempo llegará en que el toro salvaje se entregue al yugo.
BENEDICTO.-El toro salvaje puede; pero si el prudente Benedicto se entregara,
arrancadle los cuernos al toro e incrustádmelos en la frente; y que me retrate
luego un pintor de brocha gorda; y tal como suele escribirse en gruesos
caracteres: «Aquí se alquila un buen caballo», poned debajo de mi efigie: «Aquí
podéis ver a Benedicto, el hombre casado».
CLAUDIO.-Si la ocasión llega, serás un cornudo furioso.
DON PEDRO.-Pues si Cupido no ha vaciado por completo su aljaba en
Venecia, prepárate a temblar.
BENEDICTO.-Antes temblará la tierra.
DON PEDRO.-Bien, contemporizad con las horas. En el ínterin, apreciado
signior Benedicto, entrad en casa de Leonato, saludadle en mi nombre y decidle
que no faltaré a la cena, ya que, verdaderamente, ha hecho grandes
preparativos.
BENEDICTO.-Aún me siento capaz de desempeñar esa embajada; y así os
encomiendo...
CLAUDIO.-Al amparo de Dios. De mi casa, si la tuviese...
DON PEDRO.-A seis de julio. Vuestro afectísimo amigo Benedicto.
BENEDICTO.-Vaya, no os burléis, no os burléis. La tela de vuestro discurso
suele estar a veces bastante mal tejida y a trozos descubre la hilaza. Antes de
acudir a viejas fórmulas, haced examen de conciencia. Y con esto me despido.
(Sale.)