A vuestro gusto (William Shakespeare) Libros Clásicos

Página 38 de 57


Si es así, cuanto más airada se muestre contigo, má
la atormentaré con palabras amargas. ¿Por qué m
miráis así
FEBE.- No por mala voluntad
ROSALINDA.- Por amor de Dios, no os vayáis
enamorar de mí, porque soy más falso que jura
mento de borracho. Fuera de esto, no me gustáis. S
queréis saber dónde vivo, es a un paso de aquí, en e
olivar. ¿Quieres que nos vayamos, hermana? Pastor
acosadla. Ven, hermana. Pastora, miradle con me
jores ojos, y no seáis soberbia. Nadie en el mund
entero sería tan engañado por sus ojos como él
Vamos, a nuestro ejido. (Salen Rosalinda, Celia y Cori
no.

FEBE.- ¡Insensible pastor! Ahora siento la fuerz
de esta verdad; ¿quién que amó, no amó a primer
vista?
SILVIO.- ¡Adorable Febe!..
FEBE.- ¡Ah! ¿decíais algo, Silvio
SILVIO.- Adorable Febe; compadécete de mí
FEBE.- En verdad, siento veros así, amable Silvio
SILVIO.- Adonde está el pesar, debería hallarse e
consuelo. Si mi amorosa pesadumbre os entristece
vuestra tristeza y mi pesar desaparecerían con u
poco de amor

FEBE.- Tienes mi afecto. ¿No es casi lo mismo? SILVIO.- Querría poseerte. FEBE.- Eso sería codicia. Silvio, ha pasado el tiem­po en que te aborrecía; y, sin embargo, no es que sienta amor por ti; pero desde que te muestras tan capaz de hablar bien de amor, toleraré tu sociedad, que me era fastidiosa, y aun te ocuparé; mas no es-peres otra recompensa que tu propia satisfacción en verte ocupado por mí. SILVIO.- Tan puro y santo es mi amor y tan pobre me encuentro de mercedes, que será para mí abun­dante cosecha el ir recogiendo las espigas olvidadas por aquel que recogió la cosecha principal. Dame de vez en cuando una sonrisa perdida y ella me hará vivir. FEBE.- ¿Conoces al joven que me habló hace po­co? SILVIO.- No mucho, pero le he encontrado mu­chas veces; y ha comprado la casa y los ganados que pertenecían al viejo huraño. FEBE.- No pienses que le ame aunque pregunte por él. No es más que un muchacho petulante. Sin em­bargo, habla bien. ¿Pero acaso, me cuido yo de pa­labras? Las palabras, no obstante, vienen bien, cuando el que las dice es visto con agrado por el que las oye. Es un bonito joven -no demasiado bonito­pero sin duda alguna es orgulloso. Tiene un orgullo que no le sienta mal. Llegará a ser un hombre en re­gla.

Página 38 de 57
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:




Diccionario: