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parecer humillante, si no fuese
porque la necesidad lo estimaría sensato.
BUFÓN
Pues, ya lo sabes, abuelo:
Tanto le alimentaba el gorrión
que el cuco la cabeza le arrancó.
Y la luz se apagó y nos quedamos a oscuras.
LEAR
¿Tú eres hija mía?
GONERIL
Quisiera que obrarais con prudencia,
de la que estáis bien dotado, y os libraseis
de los arranques que recientemente
os han hecho cambiar tanto.
BUFÓN
¿Ni un bobo ve cuándo el carro tira de la mula? ¡Arre, Juana, que te quiero!
LEAR
¿Alguno me conoce? Éste no es Lear.
¿Anda así Lear? ¿Habla así? ¿Dónde están sus ojos?
Le flaquea el entendimiento, o el juicio
se le ha embotado ...¡Cómo! ¿Despierto? No.
¿Hay alguien que pueda decirme quién soy?
BUFÓN
La sombra de Lear.*
LEAR
¿Cómo os llamáis, bella dama?
GONERIL
Señor, esa afectación es del mismo orden
que vuestras otras rarezas. Os ruego
que entendáis rectamente mi propósito.
Como anciano respetable, debíais ser juicioso.
Tenéis cien caballeros y escuderos,
gente tan escandalosa, disipada e insolente
que nuestra corte, contagiada de sus vicios,
parece un hostal de mala vida:
el placer y la lujuria la asemejan
más a una taberna o un prostíbulo
que a un palacio honorable. El propio sonrojo
exige remedio inmediato. Dejad que os suplique
la que, si no, tomará lo que pide:
reducid vuestra escolta. Y los que continúen
a vuestro servicio, que sean
hombres como corresponde a vuestra edad,
que saben contenerse y conteneros.
LEAR
¡Demonios y tinieblas! ¡Ensillad mis caballos!
¡Reunid mi séquito! –– ¡Bastarda degenerada!
No pienso molestarte: aún me queda otra hija.
GONERIL
Golpeáis a mis criados y vuestra chusma
insolente se impone a sus superiores.
Entra ALBANY.
LEAR
¡Ay del que tarde se arrepiente! –
¿Tú querías esto? ¡Vamos, dímelo! –
¡Preparad mis caballos! –– Ingratitud,