El Rey Lear (William Shakespeare) Libros Clásicos

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demonio con el corazón de mármol,
más horrible que un monstruo de mar
al mostrarte en una hija.
ALBANY
Calmaos, os lo ruego.
LEAR [a GONERIL]
¡Odioso buitre, mientes! Mi escolta
la forman caballeros eximios y escogidos
que conocen sus deberes a conciencia
y ponen su mayor esmero en mantenerse
a la altura de su nombre. ¡Ah, esa falta tan pequeña
parecía en Cordelia tan horrible!
Como el potro de tortura, dislocó
todo mi ser, me arrancó del corazón
todo cariño, llenándolo de hiel.
¡Ah, Lear, Lear, Lear! ¡Llama a esta puerta ,
que dejó entrar a tu demencia y salir
a tu cordura! –– Vamos, vamos, señores.
ALBANY
Señor, soy tan inocente como ignorante
de lo que os ha excitado.
LEAR
Tal vez, señor. ––
¡Óyeme, Naturaleza! ¡Escucha, diosa amada!
Si fue tu voluntad hacer fecundo
a este ser, renuncia a tu propósito.
Lleva a sus entrañas la esterilidad.
Sécale los órganos de la generación,
y de su cuerpo envilecido nunca nazca
criatura que la honre. Y, si ha de procrear,
que su hijo sea de hiel y sólo viva
para darle tormentos inhumanos.
Que le abra arrugas en su frente juvenil,
le agriete las mejillas con el llanto
y convierta las penas y alegrías de una madre
en burla y menosprecio, para que sienta
que tener un hijo ingrato duele más
que un colmillo de serpiente. ¡Vamos, vamos!

Sale [con su escolta].

ALBANY
¡Por todos los dioses! ¿A qué se debe esto?
GONERIL
No te inquietes por saberlo;
que su arrebato tenga todo el campo libre
que le da la chochez.

Entra LEAR.

LEAR
¡Cómo! ¿Cincuenta de mis hombres de una vez?
¿De aquí a dos semanas?
ALBANY
Pero, ¿qué pasa, señor?
LEAR
Ya te lo diré. ––
[A GONERIL] ¡Vida y muerte! Me avergüenza
que puedas sacudir mi hombría de este modo,

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