Página 26 de 75
su regio padre. ¡Desenvaina, bellaco, o te dejo en carne viva esas zancas! ¡Desenvaina, granuja!
¡Vamos!
OSWALD
¡Socorro, auxilio! ¡Que me matan!
KENT
¡Ataca, cobarde! ¡Alto, granuja! ¡Detente, lindo cobarde, y ataca!
OSWALD
¡Socorro! ¡Que me matan, que me matan!
Entran [EDMOND, el] bastardo, espada en mano, CORNWALL, REGAN, GLOSTER y criados.
EDMOND
¡Eh! ¿Qué ocurre? ¡Separaos!
KENT
Con vos, señorito. Si gustáis, dejad que os instruya. Vamos, mi joven maese.
GLOSTER
¿Armas? ¿Pelea? ¿Qué pasa aquí?
CORNWALL
¡Silencio, por vuestra vida! ¡El que ataque, morirá! ¿Qué ocurre?
REGAN
Los mensajeros de mi hermana y el rey.
CORNWALL
¿A qué se debe esta lucha? Hablad.
OSWALD
Estoy sin aliento, señor.
KENT
No es de extrañar, con el valor que derrochas, cobarde granuja. De ti reniega la naturaleza: a ti te hizo
un sastre.
CORNWALL
Eres un tipo singular. ¿Un sastre hacer a un hombre?
KENT
Un sastre, señor: un picapedrero o un pintor no le habrían hecho tan mal, ni aun llevando sólo dos años
en el oficio.
CORNWALL
Vamos, habla. ¿Cómo empezó la pelea?
OSWALD
Señor, este viejo energúmeno, cuya vida he perdonado por respeto a sus canas...
KENT
¡Tú, cero de puta, signo vacío! –– Señor, si me dais licencia, patearé a este burdo infame hasta hacerle
argamasa y enlucir las paredes de un retrete. ¿Por mis canas, colipavo?
CORNWALL
¡Silencio!
Zafio salvaje, ¿no tienes respeto?
KENT
Sí, señor, pero el enfado tiene preferencia.
CORNWALL
¿Qué es lo que tanto te enfada?
KENT
El que un bribón como éste vaya con espada
y sin honor. Granujas tan sonrientes
roen y rompen como ratas vínculos sagrados
que son indisolubles; dan gusto a los impulsos
que se desatan en el pecho de sus amos,
echando leña a su fuego y nieve a su desánimo;
niegan, afirman, giran su pico de alción
según cambia el viento de sus dueños
y, como perros, no saben más que seguirlos. ––
¡Maldita sea tu cara epiléptica!
¿Te ríes de mí como si fuese un bufón?