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Este juego gusta a la infancia y también a los viejos, o cuando menos a la edad madura; y con efecto, es uno de los juegos más bonitos. Se juega con dos palas que se llaman raquetas, forradas por un lado de pergamino, y por el otro de una malla de cuerdas.
El volante se compone de un medio globo de corcho algo prolongado por la extremidad, y coronado de pequeñas plumas metidas en su circunferencia. Se juega de tres maneras : primero, con lo plano de la raqueta, que sirve para coger y despedir el volante : segundo, con el reverso, es decir, con la parte de la malla; y el tercero entre tres, de modo que el jugador hacia cuya parte toca el volante en tierra, cede su lugar a un tercero, y él se pone en medio.
Para jugar bien no se debe uno agitar ni correr de un lado a otro, sino seguir el volante con la vista, y estar pronto a su caÃda para repelerle. Tampoco se ha de sacudirle con demasiada fuerza, porque en este caso serÃa un juego de fatiga. Para entretenerse con él se elegirá con preferencia un jardÃn o campo; y si ha de ser dentro de casa, una sala desmueblada y alta de techo.