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Como la variedad es la que aumenta la diversión, se debe buscar ésta de todos modos; este juego es bastante gustoso por el golpe de vista que causa ver a todos con diverso y continuo movimiento de cabeza, manos y pies, que cada uno escoge según más lo acomoda; y aunque dos o tres elijan el mismo movimiento, no es fuera del caso, pues sólo consiste este juego en que no cese el movimiento mientras el presidente no lo diga; y si alguno faltase ya con pie, mano o cabeza, pagará prenda.
Para jugarlo se necesita estar sentados en sillas altas, pues en las bajas se cansarÃan demasiado para menear los pies. Colocados ya en rueda, el presidente da prÃncipio al juego con esta arenga, a la que todos responderán los versos que están con esta señal R.
Presidente. Señores, vengo encantado de ver las estatuas que han llegado, todas con
diferentes movimientos, que harán reÃr hasta los muertos : menean manos, pies, cabeza, y todo con grande ligereza: vaya, vaya, cosa es de risa -, yo volviera a verlo aun en camisa.
Todos responden. Pues si todo es excelente, hagámoslo a lo vivo, presidente.
Presid. Todos me imiten. vamos al paso; pero nadie se rÃa, que lo pide el caso.
Entonces el presidente dice al de su derecha que las estatuas meneaban la mano derecha, y la menea : se queda meneándola continuamente; y el de la derecha se lo repite al que tiene a la suya, y asà va dando la vuelta sin cesar de menear la mano, pero cada cual como le acomode, esto es, uno como quien llama, otro como quien dice con ella qué no, etc. a la segunda rueda o vuelta dice que meneaban también la mano izquierda; a la tercera vuelta el pie derecho; a la cuarta el izquierdo, y a la quinta la cabeza; y conforme lo va diciendo, se va meneando sin parar lo que antes meneaba; y el que se rÃa o deje de menearse, pagará prenda; pero el, presidente tendrá cuidado de concluir pronto, porque es algo cansado; y sólo para divertirse un instante y diferenciar se podrá oponer.