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Todos los jugadores toman el nombre de correo de tal o tal parte; asà el uno es, supongamos, correo de la Puerta del Sol, el otro correo del Rastro, el otro correo de la Puerta de Alcalá, el otro correo de la calle de San Antón, y asà de los sitios más conocidos o notables de la población en donde se juega, tomando los demás jugadores los nombres de correos de las provincias de donde son naturales algunos de los que juegan, o en donde tienen sus relaciones. Todos estos correos, a los cuales pueden añadirse fácilmente otros, como correo de un pretendiente, correo de un café, de un togado, etc., cuentan cada uno a su vez alguna noticia que saben del departamento que han elegido. Todo aquel que no habla con referencia al sitio del que se supone acaba de llegar, paga una prenda, é igualmente el que repite lo que ya se ha dicho. Es fácil inferir que este juego proporciona mil cuadros de costumbres, los cuales sólo se trata de presentarlos con cierto orden y claridad, y embellecerlos con circunstancias análogas y observaciones picantes. Tiene además la ventaja de que es una instrucción práctica para observar bien y producirse con corrección, aprovechándose de una multitud de cosas interesantes, que no las percibe un observador superficial. Es pues inútil el decir lo entretenido que sea, y sólo se previene, a los jugadores que no estudien de antemano sus relaciones, porque no siendo éstas improvisadas, pierde el juego toda su gracia y originalidad.