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Es tan general y fácil el juzgar del prójimo, que nada tiene de particular que los juegos o imitaciones más, ó, menos directas de lo que, pasa en la sociedad, nos retraten estos juicios bajo diferentes formas. El banquillo y el consejo son un remedo de esta propensión natural; y el juego de las metamorfósis manifiesta también esta misma inclinación. Cada jugador se apropia el nombre de un objeto cualquiera, y luego se sienta en el centro del cÃrculo si le ha caÃdo en suerte ser el paciente.
Supongamos que una señora es la primera que se sienta y ha adoptado el ser mármol : uno de los jugadores se levanta, y recorriendo el cÃrculo pregunta a cada uno : Si una señora fuere mármol, ¿qué harÃa usted de ella?
La persona preguntada contesta, y prosigue el que pregunta : ¿ y qué pensarÃa usted de ella? Le responde el preguntado, y vuelve a decirlo el otro : ¿qué quisiera usted ser? Y el preguntado contesta también a esto, pero en voz baja, aunque las preguntas deben ser en voz alta. El que pregunta debe contar mucho con su memoria para retener bien las respuestas; y a fin de no hacer con su perplejidad cansado este juego, ha de apuntar las respuestas con un lapicero, siendo también muy ventajoso el que sean dos los que pregunten. Recogidos los votos, se dirige a la señora metamorfoseada y trasformada, y le dice lo que cada uno le ha confiado acerca de ella. Ã?sta debe adivinar a alguno de los que han dado la respuesta, y el adivinado paga prenda, y la sustituye. Si varias personas han sido adivinadas, le sucederá la última: cuando a nadie adivina, paga una prenda, y elige otra metamorfosis.
Pondremos un ejemplo : suponiendo que la señora se ha trasformado en mármol, sobre lo que pueden decirse cosas agradables, como yo harÃa de ella una estatua de la modestia, de las gracias; y si es música de santa Cecilia, de Minerva, de la Esperanza, etc. : yo pensarÃa que nada mudarÃa en color (si es blanca) bajo de esta nueva forma. PensarÃa que su exterior convendrÃa con la candidez de su corazón: quisiera ser estatutuario, pedestal, guirnalda, que la coronase, etc. Si al contrario se quiere ser satÃrico, se podrá decir: yo harÃa un guardarruedas, una estatua de las furias, etc.,pensarÃa que no por eso serÃa más dura de lo que es. Quisiera ser ,cantero para quitarla trozos, etc. Cualquiera otra metamorfosis proporciona igualmente alusiones favorables o malignas.