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Este juego se parece al de la palabra colocada, con la diferencia de ser un refrán entero y no una palabra sola la que se dicen los jugadores al oído. El jugador que se ha apartado por un momento, vuelve al centro del círculo y hace a cada uno la pregunta que le ocurre. Cada persona ha de contestar con exactitud, reuniendo con la posible naturalidad a la historia que cuenta el refrán que le han prescrito. No se trata en este juego de adivinar, sino de responder debidamente, y se paga una prenda cuando el refrán está mal traído.