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Este juego, que sube hasta la más remota antigüedad, es simple en su objeto, fácil en la ejecución, y agradable por su variedad. Los huesecillos que se encuentran en las piernas de los cuadrúpedos en la parte de su articulación con el muslo, se llaman tabas; pero no todas sirven para este juego, pues sólo convienen las de los carneros mediante a que las de caballo y bueyes serían demasiado grandes. Se venden tabas artificiales; pero son inútiles, porque se juega tan bien como con éstas con las naturales, bastando que estén limpias y aseadas. Se juega a las tabas entre dos o tres personas, debiendo haber cuatro tabas a lo menos, y seis ú ocho a lo más. La partida consiste en verificar con las tabas las suertes de destreza siguientes; advirtiendo previamente que la taba tiene cuatro caras principales: dos anchas, de las cuales la primera es convexa y redonda, y se llama culo, y la otra es hueca, y se llama carne.
Se empieza cogiendo con la mano derecha las tabas con que se ha convenido en jugar, se echan al aire, y la habilidad consiste en retener las más que se puedan en el carpo de la mano : después se cogen con la mano izquierda las tabas así retenidas menos una; que se arroja con la mano derecha, mientras se recogen las que quedan sobre la mesa o el espacio que se ha elegido para jugar; advirtiendo de paso que el jugar en el suelo tiene el grave inconveniente de llenarse de polvo y haber de encorvarse incómodamente. Se recogen las tabas una a una o todas juntas, según se quiera.
Concluida esta operación, se pasa a la de arrojar una taba al aire y recoger entre tanto las otras sobre la mesa; después se tira la misma taba, y se vuelven sobre el culo todas las que presentan otra cara. Si se ha tocado a una taba sin ponerla en la situación requerida, se ha faltado al juego, y el contrario coge las tabas, quedando obligado el que ha perdido a volver a empezar la partida entera cuando llega su mano: también se pierde si la taba que se tira cae en la mesa o en el suelo sin cogerla al aire. Del mismo modo explicado respecto a la parte de la taba llamada culo, se juega con relación a la llamada carne. Concluido esto, entra la suerte llamada del pozo. El jugador pone sobre la mesa la mano izquierda, cuyo índice y pulgar se tocan por las yemas, dejando entre ellos un espacio vacío; arroja con su derecha una taba, recoge a las otras sobre la mesa, vuelve a arrojar la misma taba, y mientras está en el aire debe hacer pasar una de las otras en el pozo, esto es, entre los dedos dichos de la mano izquierda : cuando todas las tabas han pasado, levanta su mano izquierda, y echando la taba del pozo a mayor altura, recoge todas las demás juntas.
El pase se parece mucho al pozo. Se ponen sobre la mesa el pulgar y el índice de la mano izquierda del modo que se ha dicho, apartándolos de los demás cuanto se pueda, y se hacen pasar en seguida las tabas una a una. La habilidad está en no dejarlas muy separadas unas de otras, a fin de poderlas coger todas de un golpe.
Después se siguen los pasos más difíciles, como son los dobles, triples, etc., que consisten en coger dos tabas, mientras está una en el aire, aumentándose las dificultades según el número de tabas, empezando por echar una al aire, luego dos, luego tres, etc., y aquí queda la suerte a la inversa, pues aunque cada vez hay que levantar menos tabas, han de echarse al aire dos, tres, cuatro o cinco, debiendo cuidarse de no echarlas muy altas, porque se separarían demasiado.