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Exceptuados los juegos de acción, los más agradables son los que imitan más o menos a las artes : la pequeña litografía es una nueva prueba de ello.
Se toma un ramo cualquiera, y se deslíen dos o tres polvos de negro de marfil en una cucharadita de buen aceite de oliva : se moja después un pincelito en esta composición, y se le pasa ligeramente sobre los tallos y superficie de las hojas del ramo : se pone luego éste entre hojas de papel blanco, y se le mete en un libro algo voluminoso. Pasados algunos momentos se abren el libro y los pliegos, se levanta el ramo, y se tendrá en uno de ellos el ramo exactamente calcado, conservándose perfectamente los filamentos y festoncillos imperceptibles de la hoja: si en algún sitio se notase alguna falta, se vuelve a señalar con el mismo pincel. Para que este juego sea más agradable, pueden entretenerse muchos niños en litografiar juntos diferentes hojas, y apostar a quién lo hará mejor y más pronto.