Historia de los Juegos de Azar

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En Estados Unidos, el gobierno decidió organizar una lotería oficial en 1875, y los escasos billetes que sobrevivieron al tiempo, firmados de puño y letra por George Washington, son hoy preciadas piezas de colección.

Actualmente, en of país del Norte el juego no se limita a las máquinas tragamonedas de Las Vegas ni a los casinos de las grandes ciudades, publicitados hasta el hartazgo en las superproducciones de Hollywood. Hasta la espera del cambio de luces de un semáforo puede ser matizada con una "raspadita", expendida por una maquina a cambio de una moneda. Et futuro no es otro que una era de loterías supertecnificadas, violentamente competitivas, inviolables, infalibles, computarizadas, a incluso transnacionales: el 9 de mayo de 1992 se realizó el primer sorteo mundial de lotería, en el cual la Argentina comprometió su participación.

El emperador Carlos I de España, el 24 de agosto de 1529, ordenaba desde Toledo a las Audiencias y Justicias de Indias: "Prohíban, imponiendo grandes penas, los grandes y excesivos juegos, y que ninguno juegue con dados, ni los tenga en su poder (...) y que nadie juegue a los naipes ni a otro juego más de 10 pesos en un día natural de 24 horas".

En 1596, Felipe III decretaba en Madrid: "Júntase en tablajes públicos mucha gente ociosa, de vida inquieta y depravadas costumbres... por el interés de baratos y naipes; y ahora apunta a la cabeza porque estas juntas, juegos y desórdenes, suelen ser en la casa de los gobernadores, corregidores, alcaldes mayores... mandamos... hagan castigar y castiguen los delitos cometidos en casas de juegos y juntas de gente baldía".

El 7 de septiembre de 1594, el tercero de los Felipes señalaba desde su palacio de San Lorenzo, que el "mal del juego" se hallaba difundido aún en las más altas clases sociales, y que "algunos ministros togados, debiendo dar mejor ejemplo en sus acciones, y corregir y castigar excesos, los cometen y consienten, teniendo en sus casas tablajes públicos, con todo género de gente, donde día y noche se pierden y se aventuran honras y haciendas".

Así era vista en España la situación del juego en el continente dominado, favorecida por la distancia, la desobediencia y el olvido. Las cosas no podían ser más claras: en 1610, el hijo de Felipe II prohibía a las altas autoridades españolas en América que "tengan tablajes de juego, aunque sea con el pretexto de sacar limosnas para hospitales, y otras obras de piedad".




Referencia tomada del libro "La Juegomanía, El auge de los apostadores y capitalistas en la Argentina" de Diego Paszkowski, 1992, Ed. Letra Buena
ISBN: 950-777-042-9

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