Historia del Fútbol

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Según se cree, este juego tiene origen anglosajón. Sobre su primera aparición existen varias leyendas. Se cuenta en Kingston-on-Thames y también en Chester que la primera vez se jugó con la cabeza cortada de un monarca danés derrotado, el que había sido hostigado por las calles en una marcha triunfal. En Derby, se busca el origen aún más atrás: en una fiesta de regocijo después de una victoria sobre lo romanos en el siglo III.

A pesar de las leyendas de Kingston y Chester, contra el origen anglosajón, habla el hecho de que no se hace ninguna mención del juego en la patria de los anglosajones en el continente de esa época y que no figura en la antigua literatura anglosajona sino que aparece sólo antes de la conquista normanda, en una pequeña fuente celta la que hace mención del juego de la pelota.

Sin embargo, existe otra posibilidad de origen: mientras que en los primeros siglos se jugaba este tipo de fútbol masivo en la Isla, en Francia, principalmente en Normandía y Bretaña, se practicaba un juego muy similar. Quizás fue en esta forma que los normandos llevaron la lucha por el balón a Inglaterra.

La imagen es realmente enmarañada y complicada. Mucho más complicada que la reglas simples de este tipo de juego, si es que se puede hablar de reglas.

Lo que sí parece ser cierto, es que, en muchos casos, existían, además de la impetuosidad, la fuerza y la habilidad que se mostraban en forma turbulenta y caóticos herejes, principalmente ritos de fertilidad que tenían un papel muy importante. La pelota simbolizaba el sol. Había que conquistarla para asegurarse una buena cosecha, la cual dependía mucho del sol. Había que llevarla a través de un campo alrededor del mismo para asegurar un buen crecimiento del cultivo y había que defenderla de la intervención de los adversarios.

En este mismo sentido se jugaban partidos entre hombres casados y solteros, tradición que se conservó en algunos lugares de Inglaterra durante siglos, o partidos entre mujeres casadas y solteras en Inveresk (Escocia) a fines del siglo XVII (se cuenta que ganaban siempre las mujeres casadas, quizás por obligación). Parece que tampoco el fútbol femenino es tan nuevo como se suele creer.

Por más que los eruditos disputen sobre el origen del juego y sobre las influencias de los cultos, una cosa no puede ser refutada: el fútbol floreció más de mil años en sus diferentes formas primarias justamente en esa zona que consideramos como la patria de nuestro deporte, especialmente en Inglaterra y Escocia, pero también en Irlanda y Gales. Una serie de prohibiciones y advertencias severas y menos severas nos demuestran la gran popularidad que tenia el deporte, muchas veces rechazado por las autoridades, y, a su vez, lo poco que podían hacer las autoridades más altas contra este juego, a pesar de las severas amenazas de castigo, ya que de otra manera no hubiera sido necesario que intervinieran tan frecuentemente.

En el año 1314, el alcalde de Londres estuvo obligado a prohibir el fútbol dentro de la ciudad, so pena de cárcel, a causa del ruido que ocasionaba. El rey Eduardo III promulgó en 1331 un decreto enérgico con el cual quiso eliminar el fútbol por provocar escándalo público. En la misma época se emitieron prohibiciones similares en Francia.

Durante la guerra de los cien años entre Inglaterra y Francia, de 1338 a 1453, el fútbol no era bien visto en la Corte, pero esta vez por otras razones: Eduardo III, Ricardo II, Enrique IV y Enrique V imponían una pena a todos los que practicaban el fútbol, ya que este entretenimiento privaba a sus súbditos de practicar los mucho más útiles ejercicios militares, principalmente el tiro con arco, puesto que los arqueros eran una pieza muy valiosa e importante en el ejército inglés.

Todos los reyes escoceses del siglo XV se sintieron obligados a emitir duras advertencias y prohibiciones contra el fútbol. Muy famoso es el decreto publicado por el parlamento convocado por Jaime I en Perth en 1424: "That no man play at the Fute-ball" (Que ningún hombre juegue al fútbol). Todo esto no sirvió de mucho. El amor por la lucha por el balón no podía ser extirpado.

La locura futbolística fue muy violenta durante la época isabelina en Inglaterra. Al entusiasmo futbolístico local se puede quizás agregar la influencia de la Italia del Renacimiento, ya que los siglos XVI y XVII, principalmente en Florencia, pero también en Venecia y otra ciudades, se conocía una forma de juego propio llamado "calcio". Este juego estaba seguramente mejor reglamentado y era un espectáculo muy impresionante cuando en ciertos días festivos en Florencia se enfrentaban los equipos vestidos con libreas de colores en las manifestaciones de gala.

En Inglaterra, el juego siguió siendo rudo y poco elegante, pero encontró en esa época un seguidor prominente, que lo alababa por otras razones diferentes a las de los jugadores, con su simple placer en la lucha por el balón. Richard Mulcaster, el famoso pedagogo, director de los renombrados colegios de Merchant Taylors' y de St. Pauls, le adjudicó a la causa valores educativos positivos: señaló que el fútbol fomentaba la salud y la fuerza, que había que eliminar las brusquedades y la gran dureza, que sería ventajoso para el juego limitar el número de participantes y que se necesitaba un árbitro severo.

Hasta esa época, la oposición al fútbol se debía a reflexiones prácticas, pues se decía que era el causante de tumultos y daños materiales, como por ejemplo en 1608 en Manchester, donde una nueva prohibición fue justificada con la explicación de que el fútbol causaba muchas roturas de vidrios de ventanas. En el correr del siglo XVI, se sumaron otros ataques: en los lugares donde comenzó a expandirse el puritanismo, se hacía también la guerra a los entretenimientos "libertinos" y, entre ellos, figuraba el deporte en general, con el fútbol a la cabeza. Se lo consideraba, en primer lugar, como un perturbador del descanso dominical. Ataques similares fueron dirigidos también contra el teatro, en el cual los puritanos comprometidos veían una fuente de ocio y de vicio. En esta época comienzan los domingos ingleses sin entretenciones, los cuales se establecieron en la época de la "Commonwealth" y del dominio de los puritanos (pese a que se cuenta que justamente Oliver Cromwell fue un robusto jugador de fútbol en su juventud). De esa época en adelante, el fútbol será una cosa tabú los días domingo, y permaneció así los siguientes trescientos años, hasta que se lo pudo practicar de nuevo, primero en forma no oficial y luego oficialmente aceptado por la "Football Association", pero dentro de una medida sumamente modesta.

Todas estas influencias no pudieron extirpar el fútbol de la Isla, por más duras que ellas fueran. Por ejemplo, en Derby, las autoridades tentaban continuamente entre 1731 y 1847, poner fin al fútbol masivo en las calles, teniendo que aplicar al final la ley contra la insurrección para alcanzar su meta.


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