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Jugada desde tiempo inmemorial por pueblos tan diversos como los mayas, los egipcios o los japoneses llega a nuestras tierras por la tradición grecorromana, como tantos otros de nuestros referentes culturales. En la antigua Grecia abundan los testimonios de la práctica del deporte, solamente diremos que Alejandro Magno se distinguió como un muy buen jugador. En Roma se practicaba universalmente, era recomendado por médicos como un ejercicio saludable para todas las edades y condiciones, y lo practicaban el pueblo, los senadores y hasta los mismos Césares (hay que destacar las actitudes de Vespasiano y Alejandro Severo), se fundaron asociaciones y federaciones de competición, apareciendo los jugadores profesionales, que eran admirados por los aficionados.
Extendido por los legionarios en las tierras del Imperio se practicó en Francia, Bélgica, Italia y la PenÃnsula Ibérica a lo largo de la Edad Media con modalidades que equivalen a llargues y a l'escala y corda, según el lugar fuera abierto o cerrado.
En la Corona de Aragón el juego de pelota fue muy popular, disfrutando hasta incluso de protección real y siendo regularmente prohibido en diferentes poblaciones, sÃmbolo del poco caso que se hacÃa de tales prohibiciones.
En la Comunidad Valenciana aparece con los caballeros de la conquista, su practica y popularidad se extendÃan desde l propio rey (el médico Arnau de Vilanova emulando a los galenos clásicos lo recomendaba al rey Jaime II en 1305) la nobleza, la curia, el pueblo y los pequeños de cada calle. Esta omnipresencia provocó la aparición de un famoso bando el 14 de junio de 1391, cuando el Consejo General de la Ciudad de Valencia prohibió el juego:"car per occasió del joch deius escrit se seguien divereses blasfemies en offensa de nostre senyor Deu e de los sants e divereses inyuries de paraula e hecho a les gents anants e stants per los carreres e places de la Ciutat ha novellament establit e vedat que alcuna peresona privada o estranya de qualsevol estament condició o ley sia de edat de X anys a ensus no gos ne presumesca jugar dyns los mures de la dita Ciudad a joch de pelota arruladiça sots pena de XX morabatins dor per cascuna vegada que contrafara. E se sera algu que la dita pena pagar no puxa sera mes en presó e correra la Ciudad ab açot sens tota gracia e remey"
Esta prohibición fue motivo de graves disturbios en la ciudad; aunque se hicieron un montón en Valencia, también hay documentadas prohibiciones en Castellón, Gandia y Alcoy.
Mientras tanto, en Francia en el siglo XV se prohibió la práctica al pueblo bajo, con lo cual la nobleza se reserva el deporte y abundan los aficionados de testa coronada: LuÃs X, Carlos VIII, Francisco y y Enrique IV fueron remarcables como pelotaris. Un cartel de 1540 rezaba "Bembenutto Cellini, escultor, con faja roja, se enfrentará a Francisco I, rey, con faja azul, esta tarde en el trinquete de Fontainebleau". Bien es cierto que en este momento se introduce la pala, que tendrá un largo futuro asociada a la pelota, cambiando la fisonomÃa del juego, ya que la dureza de la pelota hacia estragos en las manos de tan delicados deportistas. Más adelante, cuando cambia el orden social con la Revolución, el pueblo rechazará lo que identifica como un juego del enemigo.
Los reyes y nobles castellanos, pendientes como siempre de las modas del otro lado de los Pirineos, se aficionan también a jugar a pelota, que es a lo largo de los siglos XV, XVI, XVII y XVIII el juego más practicado tanto por nobles como por el pueblo, destacando Felipe y en la modalidad de pala. Calderón de la Barca escribe al respecto la Faresa famosa del juego de pelota y Goya pinta el conocido Juego de la pelota a pala .
Las limitaciones, multas y prohibiciones junto con la aparición de nuevos entretenimientos hacen que el juego de pelota vaya disminuyendo poco a poco hasta desaparecer de Cataluña, Castilla, Aragón y las Baleares a lo largo de los siglos XVIII y XIX.
La situación al PaÃs Valenciano es muy diferente, las prohibiciones del juego en la calle no afectan al juego de trinquete, que mantiene su vigor al lo largo de los siglos, es practicado por lo más florido de la nobleza valenciana en el trinquete del Miracle, o trinquete de Cavalleres, propiedad de los Montagut, o bien en sus trinquetes particulares. En el siglo XVI tenemos documentados los de Centelles, Ciurana, Olcina, Mascó, junto con los del pueblo haciendo un total de 13 trinquetes en Valencia ciudad. Luis Vives mencionará en sus Diálogos, a los caballeros Borja, Centelles y Cavanilles razonando como buenos entendidos sobre las ligeras diferencias que Centelles ha visto en los trinquetes de ParÃs. Se llega a conceder el monopolio sobre los beneficios de los trinquetes al hospital de la ciudad el 30 de setiembre de 1633, lo cual será motivo de pleitos en la década de 1740 con las monjas de la Encarnación, que habÃan construido y explotado uno enfrente del convento. Este enfrentamiento también tiene su vertiente deportiva. TodavÃa en el 1741 se repite por enésima vez la prohibición de jugar en las calles, que, claro, era el sitio popular por excelencia para la práctica de nuestro deporte.
Como ya hemos visto la pelota fue el juego más practicado en Europa hasta el siglo XVIII (podemos ver la influencia del trinquete incluso en la Revolución Francesa). Hay que decir, sin embargo, que la popularidad fue decayendo y que dejó de practicarse progresivamente. Hoy en ida quedan todavÃa testimonios de la pasada pujanza del juego en diversos paÃses, como en Bélgica, Holanda, el norte de Italia, el norte de Francia, donde se continua jugando a llargues.
Es a mediados del siglo XIX cuando los ingleses inventan el tenis a partir del juego de pelota e incorporan la raqueta, un instrumento derivado de la pala o la cesta que empleaban los franceses para proteger sumariamente las manos. De su origen prácticamente solo nos queda el sistema de puntuación.
A mediados del siglo XIX los vascos dejan de jugar cara a cara para hacer rebotar la pelota contra un frontón, abandonan los tradicionales y homologables rebote y juego largo para practicar cesta y pala, con lo que el los valencianos se convierten en el único pueblo de todo el continente donde perdura la genuina tradición del deporte de la pelota, que pasa a ser conocida como pelota valenciana. Es éste el momento de máximo esplendor de nuestro deporte, que enorgullece a los practicantes y la afición, que se sienten depositarios de una tradición milenaria, les llargues y el raspall.
El orgullo de los valencianos sin embargo, es muy variable. Los primeros en abandonar el barco serán los nobles, que ya manifiestan tras la guerra de Sucesión una fuerte tendencia a castellanizarse, desertando como jugadores y también como espectadores. Esto nos ofrece un fuerte contraste con Euskadi, donde practican y continúan con interés las incidencias de los frontones.
DecÃamos que el siglo XIX es el momento de máximo esplendor de la pelota, con figuras como Roquet de Penáguila, Bandera, Melero, Bota, el Nene, el Paler, el Pilotero.
Se construyen nuevos trinquetes en Valencia: Santa Teresa en 1843, el nuevo del Real en 1853, el de Pelayo en 1868, el de Juan de Mena en 1877. Un testimonio fiel de la trascendencia del juego es el reglamento elaborado por Salvador Cerdá, trinqueter de La Encarnación (aquel trinquete que construyeron las monjas en el 1857). La euforia por el deporte se extendÃa por todo el Antiguo Reino, Almela y Vives reseña una partida celebrada en Benifayó en diciembre del 1849 que enfrentará a una orilla del Júcar con la otra. Los meridionales estaban representados por Roquet, de Penáguila, Cremades, de Bellreguard, y Sagal, de Petrer, contra Miquelet, de Ribarroja, el Paler, de Torrent, y el Caragol, de Benimámet. Benifayó tenÃa unos mil habitantes y las crónicas hablan de cuatro mil espectadores.
Una otra partida memorable se jugó en Ondara el 26 de noviembre de 1880 entre jugadores de la Marina y de la Safor, en la que se apostaban sesenta mil reales. Además, tenemos todo el siglo lleno de partidas en las calles y en los trinquetes, por el puro placer de jugar, de hacer deporte, incluso en las comarcas de la SerranÃa y en la Foia de Buñol.
Los inicios del siglo XX continúan la misma tónica, la práctica del juego por todas partes. Disponemos de abundantes testimonios de los periódicos y folletines satÃricos de la época. Josep Bru pinta El juego de pelota, Ignasi Pinazo esculpe El saque. La pelota es motivo literario de la época, tanto en poesÃa como en prosa o en teatro.No es estrany en una entrada vore al retor asendad en companyia del metje y otros cárrechs oficials, com per eixemple lâ??alcalde, el mestre y el escolá, tots esperant la partida que ja tarda a escomençar.
Antoni PALANCA HUESO, La partida de pelota, Lo Rat Penat. Sis Florades (1900-1905), Valéncia, 1908.
La innovación de poner cuerda al trinquete, atribuida al mÃtico Nel de Murla, es también fruto de la modernidad del cambio de siglo. Esta modernidad comporta algunos elementos perjudiciales para nuestro deporte, ya que muchos trinquetes son derribados para construir viviendas o, más a menudo, cines. A partir de aquÃ, tendremos ya la decadencia al final de la cual nos encontramos, de tal manera que la especulación y el franquismo propician la progresiva marginación del juego. La deserción de la burguesÃa, la expulsión de las calles por la presencia cada vez mayor de automóviles, las construcciones de medidas y materiales poco adecuados (edificios inmensos con ventanales de vidrio), hacen que en los años sesenta desaparezcan las partidas en muchas calles de ciudades o pueblos grandes y que se refugien en los pueblos más pequeños, donde el tráfico y la intolerancia no son tan exigentes. hasta llegar a la eclosión del fútbol, que eclipsa casi por completo el juego de pelota.
Los inicios del siglo XX son pletóricos, mucha afición, partidas por todas partes, la ya comentada innovación de la cuerda para complementar la escalera de los trinquetes, etc. La guerra incivil trastocó muchas de las actividades que se hacÃan y, entre ellas, también la pelota.
La gran figura de los años treinta y uno de los más sólidos jugadores de los años cuarenta fue Quart, Albert Arnau de Quart de Poblet. Será después de la guerra cuando aparezca un referente con una larga proyección en la pelota. Juli Palau, Juliet, dâ??Alginet, fue todo un monstruo, que dominó el juego toda la década de los cuarenta y buena parte de la de los cincuenta, enfrentándose con las figuras Quart, LlÃria y Rovellet, hasta que se retiró en el año 68. TodavÃa hoy es un referente en caballerosidad, educación y buenas maneras, cosa necesaria para un deporte muy mal visto por los bien pensados de la época. Sus desafÃos múltiples con Quart y LlÃria llenaron todos los trinquetes del paÃs. Al ocaso de Juliet le sucede el despuntar de Antoni Reig, Rovellet, de Valencia, otra perfecta personalización del pelotari ideal, tanto en la parte deportiva como en la humana. A tanto llegó su figura que todavÃa hoy participa activamente en la promoción de nuestro deporte. Diez años más joven es el siguiente gran campeón, Josep Sambenancio, Eusebio, de Riola, que marcó la década de los sesenta con sus duelos con Rovellet. El estilo y la elegancia de Eusebio han perdurado mucho tiempo, asà como su larga carrera, ya que se retiró en una forma fÃsica admirable con cuarenta seis años.
Paco Cabanes, Genovés, es por mérito propio merecedor de un apartado particular en este resumen. Su figura llena veinte años de pelota en todas las modalidades. En los últimos años de carrera profesional el nombre de Genovés hay que asociarlo a dos genios emergentes: Fredi y Sarasol, que disfrutaron del placer de enfrentarse con el maestro.
Alfred Hernando, Fredi, de Valencia, ha sido uno de los mejores atletas de todos los tiempos y, si no hubiera coincidido con un fuera de serie como Genovés, habrÃa sido un as, como demostró al proclamarse campeón individual dâ??escala y corda en el año 87, y al año siguiente en que perdió la final contra Genovés.
Enric Sarasol, de Genovés, ha tenido la gran fortuna de estar en un momento de forma magnÃfico cuando la edad comenzaba a menguar considerablemente las fuerzas de Genovés, eso le ha convertido en el actual campeón indiscutible, con seis tÃtulos individuales.
Desde los años treinta han cambiado mucho las circunstancias del juego, las normas y variantes del juego se mantienen exactamente igual, han aparecido "carrers" artificiales para jugar a pelota sin problemas y son ya muchos los pueblos que han creado escuelas de pelota. La Federación de pelota Valenciana se desligó de la estatal (que recoge las variantes vascas) en el año 85, organizando a partir de este momento las competiciones, regulando y homologando normas y medidas, etc. Poco a poco, el deporte ha ido recuperándose, ganando incluso la atención de la televisión, instituciones públicas y privadas que financian competiciones de alto nivel, tanto para profesionales como para aficionados, Se hacen competiciones internacionales y la galerÃa de figuras que hemos apuntado ha ganado muchos aficionados para la pelota valenciana. Hay que mirar también hacÃa los pueblos, que tantos años han estado preservando la tradición y que hoy continúan proveyendo de profesionales los circuitos y torneos de toda la Comunidad Valenciana. La gran esperanza está ahora en las escuelas, donde está previsto hacer la pelota asignatura obligatoria para que todo el mundo conozca este deporte como parte fundamental de la cultura valenciana.