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Pienso ser unas veces predominantemente épico, como yo digo muy serio en cátedra, porque hay que vivir; y otras veces me inclinaré visiblemente a lo lírico. Días habrá en que todo lo que guarde de aquellas veinticuatro horas mi libro de memorias no será más que una canción. ¡Días felices aquellos en que el alma fue no más una cuerda de la lira, y la conciencia una vibración sonora! ¡Quién le diría a mi compañero, el de Literatura griega y latina, que yo sé explicarme tan poéticamente! ¡Él, que me cree seriamente preocupado con el origen de los versos leoninos! ¡Mi buen D. Heliodoro! ¡Él ve a Grecia a través del director de Instrucción Pública, y jamás se le ha ocurrido imaginarse la cara que pondría Friné si le presentaran a Gil y Zárate y viceversa!
Hoy, pasada la Epifanía, se reanuda el curso, comienza el año nuevo... en cátedra, y quiero que hoy también se inauguren mis Memorias. Cuesta abajo, es decir, camino del hoyo. Sí, no hay que forjarse ilusiones: ya no hay más horizonte; doblé la cumbre y voy descendiendo ya al otro lado de la montaña. Sólo podré ver la vertiente que dejo atrás con los ojos del recuerdo. Mientras yo bajo por este lado, las Memorias volverán a subir por el otro; pero, ¡ay!, el espíritu que las dicta va cuesta abajo. ¡Qué diferencia de vivir a volver a vivir! Si se pudieran hacer las cosas dos veces ¡qué mal las haríamos la segunda vez! Esta segunda vida sería obra del hombre, y la primera es obra de Dios. Tal creo.
8 de enero de 18... Si, como quieren ciertos filósofos modernos, el hombre es un compuesto inestable, yo a los diez y siete años era un compuesto inestable... y sin novia. No tenía más novia que la Virgen Santísima. Alabada sea ella de todos modos. Nunca le perdonaré a Renan lo poco que dice de María. A los diez y siete años yo no sabía de Renan más que por una traducción de Los Apóstoles que publicaba en el folletín un periódico republicano que con motivo de la revolución triunfante quería arrancar a España de las garras del fanatismo, aunque fuera descalabrando el idioma de nuestros intolerantes antepasados.