La hija del aire (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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tan fáciles de romperlas,
di, ¿cúyo eres? No trae firma,
y dice de esta manera:

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"Una mujer afligida,
que poco a su estrella debe,
de vos a fïar se atreve
fama, ser, honor y vida.
Y pues se fía de vos,
venid a verla; que abierta
del jardín tendréis la puerta
esta noche. Guárdeos Dios."

¿Qué he de hacer en el empeño
de una confusión tan nueva?
Mas ¿qué pregunto? La duda,
¿no es de mi valor ofensa?
¿Cómo me puedo excusar
de la obligación y deuda
en que una mujer me pone,
diciendo que a mi nobleza
ser, honor y vida fía?
Y así, esta noche iré a verla;
que, aunque no sepa quién es,
que es mujer basta que sepa,
y que se ampara de mí,
para que arriesgue por ella
también ser, honor y vida,
ya que la Naturaleza
les dio tales privilegios
sobre las acciones nuestras;
que aun primero que al amarlas,
nos obliga a obedecerlas.

Vase FRISO. Salen por una parte LIBIA y ASTREA y
por otra NINIAS, solo


ASTREA: Ya que la reina, ¡ay de mí!,
dejarse ver no ha querido
del rey, y que él despedido
vuelve a pasar por aquí,
aquí, Libia, has de quedarte,
mientras yo a su majestad
llego a hablar.
LIBIA: De mi amistad
sabes que puedes fïarte.
ASTREA: Avisa si alguien viniere;
que no quiero que me vea
nadie con él.
NINIAS: Bella Astrea.
ASTREA: Más felicidad no espere
quien ha merecido aquí
llegar tu mano a besar.
NINIAS: Libia escucha. ¿Podré hablar
delante de Libia?
ASTREA: Sí

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