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Lady Westholme está hecha a
medida para la vida que lleva. Tiene éxito y es completamente feliz. La señorita Pierce
ha trabajado durante muchos años como institutriz y, de pronto, una inesperada
herencia le ha permitido realizar el sueño de toda su vida, viajar. Hasta ahora, el viaje
ha colmado sus expectativas. Por lo tanto, usted, que no ha conseguido lo que deseaba,
siente antipatía por las personas que han tenido más suerte en la vida.
- Supongo que tiene razón - replicó sombríamente Sarah -. ¡Es usted terrible
leyendo los pensamientos ajenos! Estoy tratando de engañarme a mí misma y usted no
me lo permite.
En aquel momento, llegaron los otros. El guía parecía el más rendido de los tres.
Estaba tan agotado, que durante el viaje hasta Amman apenas explicó nada. Ni
siquiera mencionó a los judíos, lo cual representó un alivio para los demás viajeros. Su
locuaz y frenético relato acerca de las iniquidades de aquéllos había sido, desde que
partieran de Jerusalén, una verdadera prueba de resistencia para los nervios de todos.
La carretera subía sinuosa desde el Jordán, serpenteando y cambiando
constantemente de dirección. A ambos lados se veían matas de adelfas repletas de
flores rosas.
Llegaron a Amman a última hora de la tarde y, después de una corta visita al teatro
grecorromano, se fueron a dormir pronto. Tenían que salir muy temprano al día
siguiente, ya que les quedaba por delante toda una jornada de viaje a través del
desierto hasta llegar a Maan.
Partieron poco después de las ocho. Todos los pasajeros estaban muy silenciosos.
Era un día caluroso y sin viento. A mediodía, cuando pararon para comer, hacía un
calor verdaderamente sofocante. Las altas temperaturas y la necesidad de permanecer
hacinados dentro del coche durante largo tiempo alteraron un poco los nervios de
todos.
Lady Westholme y el doctor Gerard sostuvieron un violento altercado acerca de la
Sociedad de las Naciones. Lady Westholme apoyaba con fervor esta institución. El
francés, por su parte, decidió ejercitar su ingenio y su gracia a expensas de la misma.
De la actitud de la Sociedad en relación con Abisinia y España, pasaron a la disputa