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sin temer a la infamia, te contestó: 66
Guerrero fui, y después fui cordelero,
creyendo, así ceñido, hacer enmienda,
y hubiera mi deseo realizado, 69
si a las primeras culpas, el gran Preste,
que mal haya, tornado no me hubiese;
y el cómo y el porqué, quiero que escuches: 72
Mientras que forma fui de carne y huesos
que mi madre me dio, fueron mis obras
no leoninas sino de vulpeja; 75
las acechanzas, las ocultas sendas
todas las supe, y tal llevé su arte,
que iba su fama hasta el confín del mundo. 78
Cuando vi que llegaba a aquella parte
de mi vida, en la que cualquiera debe
arriar las velas y lanzar amarras, 81
lo que antes me plació, me pesó entonces,
y arrepentido me volví y confeso,
¡ah miserable!, y me hubiera salvado. 84
El príncipe de nuevos fariseos, 85
haciendo guerra cerca de Letrán,
y no con sarracenos ni judíos, 87
que su enemigo todo era cristiano, 88
y en la toma de Acre nadie estuvo
ni comerciando en tierras del Sultán; 90
ni el sumo oficio ni las sacras órdenes
en sí guardó, ni en mí el cordón aquel
que suele hacer delgado a quien lo ciñe. 93
Pero, como a Silvestre Constantino, 94
allí en Sirati a curarle de lepra,
así como doctor me llamó éste 96
para curarle la soberbia fiebre:
pidióme mi consejo, y yo callaba,
pues sus palabras ebrias parecían. 99
Luego volvió a decir: «Tu alma no tema;
de antemano te absuelvo; enséñame
la forma de abatir a Penestrino. 102
El cielo puedo abrir y cerrar puedo,
porque son dos las llaves, como sabes,
que mi predecesor no tuvo aprecio.» 105
Los graves argumentos me punzaron
y, pues callar peor me parecia,
le dije: "Padre, ya que tú me lavas 108
de aquel pecado en el que caigo ahora,
larga promesa de cumplir escaso 110
hará que triunfes en el alto solio.