Reconquistar Plenty (Colin Greenland) Libros Clásicos

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RECONQUISTAR PLENTY
Colin Greenland

A las mujeres que manejan el volante
Primera parte: Encuentros en la Cinta de Moebius
-¿Pellido? -preguntó el inspector del puerto
-Jute -replicó ella. -¿Ombre
-Tabitha
-¿Ituación
-Propietari
independiente. -¿Ave
-L
Alice Liddell -dijo Tabitha
El inspector del puerto alzó su rostro pulcramente afeitado hacia ella y sus
ojos la contemplaron con fijeza por encima del monitor de lectura.
-Ipo y matricula de la ave -dijo.
-Oh, sí, claro... -dijo Tabitha-. Bergen Kobold. BGK cero...
Se subió la manga y echó una rápida mirada a su monitor de muñeca. Veía
el número de matrícula de la Alice un mínimo de veinte veces al día, pero nunca lograba recordarlo y siempre tenía que consultar con el monitor.
-Cero-nueve-cero-cinco-nueve.
-¿Opósito de la visita?
-Tengo que ver a un hombre para hablar de un trabajo con él -replicó Tabitha-. Oiga, ¿no podría darse un poquito de prisa?
Pero el inspector era un eladeldi. La lengua asomaba por entre sus labios y lo anotaba todo con un punzón manual mientras iba echando miradas a sus datos.
Tabitha lanzó un suspiro de irritación y dejó que sus dedos repiquetearan impacientemente sobre la pulida superficie de la mesa que tenía delante.
Sus ojos recorrieron la sala. Todas las colas avanzaban a gran velocidad salvo la suya. Los residentes sólo tenían que introducir su tarjeta en la ranura y
salir por la puerta, pero su mala suerte habitual había hecho que tuviera que vérselas nada menos que con un eladeldi.
Supo lo que iba a decir en cuanto el inspector abrió su boquita color púrpura.
-Os archivos indican que hace dos eses eclaró ener un oblema con el istal del eje -dijo el inspector.
-Sí -replicó Tabitha.
-Y el istal del eje aún no ha ido ustituido, ¿erdad? -observó el inspector.
-No dijo ella-. ésa es la razón de que deba hablar con ese hombre por lo del trabajo, ¿comprende?
Pero el inspector aún tenía que imprimir otra copia de las normas capellanas referentes a los niveles de degradación máximos aceptables en los cristales de los ejes, y no la dejó pasar hasta haber terminado de imprimirla.
Tabitha metió los papeles en su bolsa de viaje para que hicieran compañía a los tres documentos idénticos perdidos en algún lugar indeterminado de sus profundidades y consultó el monitor para ver la hora.

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