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-¿Qué hay dentro? -pregunté.
-Documentos-dijo él.
-¿Documentos? -pregunté.
-Nada más que documentos-replicó él.
Le hice sudar bastante antes de acceder
¿Y POR QUÉ HIZO ESO, CAPITANA
Bueno, Alice, la verdad es que aún no sé muy bien por qué lo hice... Creo
que fue porque empleó la palabra "misión". Es una palabra que nunca me ha gustado. Yo no me gano la vida aceptando "misiones", ¿sabes? Acepto trabajos, no misiones. Supongo que fue por eso... Pero él no paraba de repetir que lo comprendían y que me necesitaban, y llegó al extremo de quitarse las gafas. Era más joven de lo que me había parecido al principio. Debía tener mi edad, unos veintitantos años, y sus ojos eran tan azules como todo lo demás. Trey se limitó a contemplarme en silencio desde detrás de sus párpados caídos con la lengua asomando un poquito por entre los labios como suelen hacer los eladeldis.
Acabé dejándome convencer. Permití que subieran a bordo, saqué las unidades de los huecos y les ordené que empezaran a cargar los archivadores.
Les dije que tendrían que usar los dos camarotes porque no quería que hubiese nadie en la cabina cuando estaba pilotando.
-Wex-ler-dijo el eladeldi.
Wexler puso cara de sentirse bastante incómodo.
-Su nave pondrá rumbo hacia un destino que no podemos revelarle de momento -dijo con cierta vacilación mirando al señor Trey-. Razones de seguridad, ¿comprende? Uno de nosotros necesitará tener acceso protegido a su ordenador de vuelo.
-Pues en tal caso me temo que se han equivocado de piloto -repliqué yo.
Me dijo la suma de dinero que estaban dispuestos a pagarme por el viaje.
Les dije que dada la naturaleza de su misión y lo delicado del material que
iba a transportar uno de ellos podría ocupar la red del copiloto.
-El otro tendrá que instalarse en un camarote.
-Wex-ler-dijo el eladeldi.
-No me importa ocupar el camarote, señor -dijo él.
Le dije que quitara todos los trastos que había amontonados encima del
catre. -¿Quiere que vaya al camarote y me ocupe de asegurar los correajes?-
le pregunté.
-No, muchas gracias, señor... Quiero decir señora. Ya me las arreglaré.
Trey había empezado a meterse en la red del copiloto. Podía oír sus lentos
jadeos entrecortados y captaba su olor.