El purgatorio del San Patricio (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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se te escapase. Y, al fin,
después de haber caminado
tanto, la vuelta hemos dado
a Irlanda. Yo, Juan Paulín,
confuso de ver que vienes 2115
barba y cabello crecido,
mudando lengua y vestido,
pregunto, ¿qué causa tienes
para hacer estos disfraces?
No sales de la posada 2120
de día, y en la noche helada
mil temeridades haces,
sin advertir que llegamos
a una tierra donde todo
está trocado, de modo 2125
que nada, señor, dejamos,
como lo hallamos: Egerio,
desesperado murió,
y Lesbia, su hija, quedó
heredera deste imperio, 2130
porque Polonia …
Ludovico. Prosigue,
sin que a Polonia me nombres.
No me mates, no me asombres
con suceso que me obligue
a hacer estremos. Ya sé 2135
que Polonia al fin murió.
Paulín. El huésped me lo contó,
y me dijo cómo fue
el hallarla muerta y …
Ludovico. Calla,
porque no quiero saber 2140
su muerte, pues no ha de ser
para sentilla y lloralla.
Paulín. Al fin, me dijo que acá,
dejando errores profanos,
todos son buenos cristianos, 2145
porque un Patricio, que ya
murió …
Ludovico. ¿Patricio murió?
Paulín. El huésped lo dice así.
Ludovico. ([Ap.] Mal mi palabra cumplí.)
Prosigue.
Paulín. Les predicó 2150
la fe de Cristo, y en prueba
de que es divina verdad
del alma la eternidad,
aquí descubrió una cueva.
¡Y qué cueva! Atemoriza 2155
el oíllo.
Ludovico. Ya lo sé,
que otras veces lo escuché
y el cabello se me eriza,
porque aquí los moradores
ven prodigios cada día. 2160
Paulín. Como tu melancolía,
entre asombros y temores,
no te deja hablar ni ver
a nadie, y siempre encerrado
estás, señor, no has llegado 2165
a ver, oír y saber
estas cosas; pero aquí
es lo que menos importa;
mi prolija duda acorta
y a lo que venimos di.

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