El Banquillo

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La tertulia se coloca en círculo o en semicírculo, y todos los que están así sentados se llaman jueces. Uno de ellos, que es el acusado, se sienta a alguna distancia en un taburete; y otro que es el acusador, permanece en pie, siendo su empleo el de recoger los votos acerca del acusado. Para esto se dirige a los otros jugadores, diciéndoles : Ilustres jueces, ¿sabéis porque el acusado está en el banquillo? Cada juez se levanta, se acerca al acusador, y le dice en voz baja el motivo de estar el acusado en el banquillo. Si la sociedad es numerosa, convendrá elegir dos acusadores, a fin de que puedan recordar con exactitud las declaraciones que se les han dado. Después de recibidas todas las confidencias, van los acusadores al acusado y le exponen alternativamente los cargos que le imputan; y hablando cada uno a su vez, alternan el orden de las declaraciones mucho mejor que si es uno solo, pues en este caso el mismo cuidado de seguir el orden de las declaraciones suele hacerles perder el hilo de ellas. a cada acusación debe el acusado nombrar al juez que cree la ha dictado; y si adivina el juez, aquel paga una prenda; si no lo adivina, el acusado nada paga, sino que sigue escuchando los cargos; y al llegar al último de ellos, si a nadie ha adivinado, paga, y queda todavía en el banquillo; pero rara. vez sucede esto porque basta que acierte una sola persona; y cuando adivina a muchos, es el juez que primero ha nombrado el que le reemplaza en el banquillo. Cuando el acusador omite algún cargo paga también prenda. Las acusaciones varían según la edad, genio, prendas y circunstancias particulares del acusado.

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