Las tres justicias en una (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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lo que yo busco y deseo.
GUILLÉN: Pues ya el rey sale aquí fuera.

Sale el REY y acompañamiento


LOPE PADRE: Señor invicto, yo soy
Lope de Urrea, de quien
tenéis noticia.
REY: Está bien.
LOPE PADRE: No vengo a pediros hoy
lo que en otros memoriales
muchas veces os pedí;
que hoy, señor, me traen aquí
más consolado mis males.
Que me escuchéis os suplico
humilde, a esos pies echado.
REY: Decid.
LOPE PADRE: Confuso y turbado
mi dolor os significo.
Don Lope de Urrea, mi hijo,
palabra a una dama dio
de esposo; y porque temió
(¡cuánto en decirlo me aflijo!) Aparte
mi disgusto, por haber
sido sin licencia mía,
dilataba de día en día
recibirla por mujer.
Ella, presumiendo que era
desprecio, y recato no,
a un hermano suyo dio
de ello cuenta; de manera
que, cogiéndole encerrado,
él y otros dos que vinieron
con él matarle quisieron.
El mancebo es alentado
y, no pudiendo sufrir
tan sobrada demasía,
se arrojó su bizarría
con todos tres a reñir.
Uno mató. En caso igual
la ley le disculpa; pues
aun entre los brutos es
la defensa natural.
Salió a la calle en efeto,
adonde un ministro hirió
de justicia. Si ofendió
en esto vuestro respeto,
ved que más delito hiciera
si tan poco la estimara
que de ella no se guardara,
y delincuente no huyera.
Confieso que en la campaña
mejor estaría sirviendo
que, mayor su culpa haciendo,
forajido en la montaña.
Pero ya sabéis que ha sido
duelo siempre en Aragón
no huir los que nobles son
donde hay linaje ofendido.
En efecto la mujer,
que en tan adversa fortuna
dos veces parte es, la una
por la palabra de ser
su esposo, y la otra, señor,
por ser hermana del muerto,
quiere en más seguro puerto

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