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hermano, disgusto? Advierte...
LUIS: Tú eres la causa, y el verte...
ÁNGELA: (¡Ay de mí!) Aparte
LUIS: ...Ángela estimar
tan poco, de nuestro hermano.
ÁNGELA: (¡Eso sí!) Aparte
LUIS: Pues cuando vienes
con los disgustos que tienes,
cuidados te dé, no en vano.
El enojo que tenía,
con el huésped me pagó,
pues, sin conocerle yo,
hoy le [he] herido en profecía.
ÁNGELA: Pues, ¿cómo fue?
LUIS: Entré en la plaza
de palacio, hermano, a pie,
hasta el palenque, porque
toda la desembaraza
de coches, y caballeros
la guarda. A un corro me fui
de amigos, adonde vi
que alegres y lisonjeros
los tenía una tapada,
a quien todos celebraron
lo que dijo, y alabaron
de entendida y sazonada.
Desde el punto que llegué
otra palabra no habló,
tanto, que a alguno obligó
a preguntarla por qué.
¿Porque yo llegaba había
con tanto extremo callado?
Todo me puso en cuidado.
Miré si la conocía,
y no pude, porque ella
se puso más en taparse,
en esconderse y guardarse.
Viendo que no pude vella,
seguilla determiné.
Ella siempre atrás volvía
a ver si yo la seguía
cuyo gran cuidado fue
espuela de mi cuidado.
Yendo de esta suerte, pues,
llegó un hidalgo, que es
de nuestro huésped crïado
a decir que le leyese
una carta. Respondí
que iba de prisa, y creí
que detenerme quisiese
con este intento, porque
la mujer [le] habló al pasar
y tanto dio en porfïar
que le dije no sé qué.
Llegó en aquella ocasión
en defensa del crïado
nuestro huésped, muy soldado.
Sacamos, en conclusión,
las espadas. Todo es esto
pero más pudiera ser.
ÁNGELA: Miren la mala mujer
en qué ocasión te había puesto;
que hay mujeres tramoyeras.
Pondré que no conocía