El Carnicero y los Corderos

Página 1 de 1

Tres hombres adoptan sus particulares papeles, haciendo uno de carnicero, el cual está algo apartado; el otro es pastor, y se pone de pie al lado de los demás, que con el nombre de corderos se sientan unos junto a otros; en fin, el tercero es el borrego, y se pone con un aire orgulloso á la cabeza del rebaño sobre una sillita ó taburete.

El carnicero se adelanta hacia el pastor proponiéndole la venta de sus corderos, y llegando á ellos los levanta por debajo del brazo para juzgar de su peso. En fin, examina la calidad de las reses, procurando regatear en el precio, alegando que tal es demasiado joven, tal flaca, etc. Se acaba el ajuste, y dice el carnicero, que teniendo que ir á otra parte, volverá pronto por el rebaño: se aleja, y entonces el pastor hace levantar á sus corderos y los lleva á la cabaña.

La cabaña es un gran cuadro formado á lo largo de la pared del patio o jardín, y también puede ser un aposento desmueblado. Unas sillas ó un palo puesto en tierra figuran la pared de los lados; lo de delante está abierto, y solamente señalado con alguna cosa, aunque no sea más que una cinta, que se fija en tierra. Todos ¡os corderos entran en la cabaña, cuyo fondo ocupan mientras que el borrego se pone de guardia en medio, y el pastor se mantiene a cierta distancia.

El carnicero a su vuelta se acerca al pastor, le da el precio en que han convenido, y pide que se los entregue : el pastor le dice que vaya a tomarlos á la cabaña : el carnicero va á efectuarlo; mas si quiere entrar por la derecha del borrego, éste se arroja á él para cortarle el paso, y todos los corderos corren a la derecha; cuando el pastor se dirige hacia éste, el borrego se arroja y el rebaño corre á la izquierda: el pobre comprador necesita mucha agilidad para coger una oveja; pero si la pilla, exige una prenda y la constituye prisionera.

Así como en el juego precedente pueden los corderos ponerse delante del borrego y usurparle su empleo; pero no se risa de este privilegio, sino cuando dilatándose demasiadamente el juego puede cansar al borrego. El carnicero puede también dejar su oficio; mas en tal caso da una prenda, y el juego empieza de nuevo.

Página 1 de 1