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«Estrafalario lugar para vivir», pensó.
Al final de los peldaños se encontraron sobre una terraza. Ante la puerta abierta estaba un mayordomo de bondadoso semblante, esperándoles, y su cara pacífica aunque seria, les tranquilizó. En cuanto a la residencia de los Owen era admirable y el panorama que se vislumbraba desde la terraza superaba cuanto se hubiese visto o imaginado.
El criado se adelantó y haciendo una reverencia les invitó:
-Señoras y caballeros, ¿tienen ustedes la amabilidad de entrar?
En el inmenso vestíbulo había refrescos preparados para los invitados.
A la vista de las hileras de botellas Anthony Marston recobró su buen humor. Esta mezcolanza de gente no era de su gusto. Pero ¿qué idea tan tonta tuvo ese idiota de Badger de hacerle venir a esta isla? Sin embargo, las bebidas eran buenas y no faltaba el hielo.
Mister Owen, a causa de un fastidioso retraso, no podía venir hasta mañana.
El mayordomo se ponía por entero a disposición de los invitados. ¿Deseaban subir a sus habitaciones...? La cena estaría servida a las ocho...
Vera siguió a la señora Rogers hacia el otro piso. La criada abrió una puerta al final del pasillo y la joven entró en un dormitorio espléndido con un gran ventanal que daba al mar y otro hacia el interior; no pudo por menos Vera Claythorne que lanzar una exclamación de asombro.
Espero que no le falte nada, miss -le decía la señora Rogers.
Vera miró a su alrededor. Sus maletas deshechas ya y puesto todo en su sitio.
En una esquina de la habitación había una puerta que Vera supuso sería el cuarto de baño.
-Si desea algo más, miss, no tiene más que tocar el timbre.
-No tengo necesidad de nada, gracias.
Vera examinó a la mujer. Estaba tan pálida que parecía un fantasma. De tipo muy correcto, con los cabellos echados hacia atrás, y su traje negro, pero sus ojos no dejaban de mirar en todas direcciones. «Parece que tenga miedo de su sombra», se dijo Vera.
Y era cierto. La señora Rogers parecía presa de un pavor mortal.
La joven sintió un ligero estremecimiento. ¿De qué podía tener miedo esta mujer?
Amablemente dijo:
-Soy la nueva secretaria de la señora Owen, seguramente ya lo saben ustedes. La señora Rogers respondió:
-No sé nada, miss. Sólo me han dado una lista de las personas que venían y la habitación que tenía que dar a cada uno.