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Vera lanzó un largo suspiro y le preguntó:
-¿Piensa usted de veras lo que dijo durante el desayuno?
-Sea un poco más precisa. ¿A qué hace alusión?
-¿Cree usted verdaderamente que Rogers y su mujer dejaron morir a su señora? -preguntó Vera en voz baja.
Miss Brent miró largamente al mar y dijo.
-Personalmente estoy convencida. Y usted, ¿qué opina?
-No sé qué pensar.
-Todo parece confirmar mi idea. La forma en que se desvaneció la criada en el momento en que su marido dejaba caer la bandeja con el servicio de café. Recuérdelo. Después, las explicaciones de Rogers... sonaban a falso. ¡Desde luego, para mí son culpables, sin duda alguna!
Vera encareció:
-Esa pobre mujer parecía tener miedo de su sombra; jamás he visto una cara de terror como la suya. Los remordimientos debían perseguirla...
-Me acuerdo de un texto que había en un marco colgado de mi cuarto de niña -murmuró miss Brent-. «Ten por seguro que tus pecados te remorderán.» Es la mayor verdad, nadie escapa a su propia conciencia.
Vera, que estaba sentada en una roca, se puso precipitadamente en pie.
-Miss Brent... miss Brent... en este caso...
-¿Qué?
-¿Los otros? ¿Qué me dice usted?
-No comprendo lo que puede significar.
-¿Todas las demás acusaciones serían falsas? Si la voz decía la verdad referente a los esposos Rogers...
Se interrumpió, incapaz de poner en orden el caos de sus pensamientos.
La frente arrugada de miss Brent serenóse, y dijo:
-¡Ah! Ya veo dónde quiere usted ir a parar. Tomemos la acusación contra Lombard. Declaró haber abandonado a la muerte a veinte hombres.
-No eran más que indígenas... -comentó Vera.
Emily Brent exclamó indignada:
-Blancos o negros, todos los hombres son hermanos.
En su interior Vera pensaba:
«Nuestros hermanos los negros... los hermanos de color... Eso me da ganas de reír. Me encuentro muy nerviosa hoy...»
Emily Brent continuó pensativa:
-Naturalmente, las otras acusaciones eran exageradas y hasta ridículas. Así, el reproche contra el juez Wargrave, que cumplió con su deber, igual que el caso del ex detective de Scotland Yard... y justamente el mío.
Después de una breve pausa continuó:
-En vista de las circunstancias preferí no decir nada anoche. Me dolía el tener que hacerlo delante de esos señores.
-¿De veras?
Vera escuchaba atentamente y miss Brent le contó la historia:
-Beatriz Taylor era mi criada. No era una joven sensata, pero lo descubrí demasiado tarde; me desilusionó mucho.