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Cada uno de los jugadores elegirá un abogado, no debiendo nadie hablar en defensa propia sino por boca de él. El abogado ha de defender los intereses de la persona que le ha elegido; las señoras toman sus abogados entre los hombres, y éstos entre las señoras. Arreglado asà el juego, una de las personas de la sociedad entabla una historia en forma de acusación fiscal, en la que introduce diestramente el nombre de uno de los jugadores. Desde que se ha nombrado a éste, su abogado toma la palabra, y continúa en el mismo tono, y procura introducir en su defensa el nombre de otro jugador, que inmediatamente es defendido por su respectivo abogado, y asà sucesivamente. Si el ahogado de cada persona no sale prontamente a la defensa, paga prenda, e igualmente la persona que al oÃrse nombrar no deja hablar a su abogado, y empieza a defenderse: lo que sucede muy a menudo. Este juego entre personas discretas es muy divertido, porque se suscitan altercados graciosos entre el fiscal y los abogados, y suelen pagarse muchas prendas.