Página 37 de 79
Estoy herido. ¡Malditas vuestras familias!
Se acabó. ¿Se fue sin llevarse nada?
BENVOLIO
¿Estás herido?
MERCUCIO
Sí, sí: es un arañazo, un arañazo. Eso basta.
¿Y mi paje? - Vamos, tú, corre por un médico.
[Sale el paje.]
ROMEO
Ánimo, hombre. La herida no será nada.
MERCUCIO
No, no es tan honda como un pozo, ni tan ancha como un pórtico, pero es buena, servirá.
Pregunta por mí mañana y me verás mortuorio. Te juro que en este mundo ya no soy más
que un fiambre. ¡Malditas vuestras familias! ¡Voto a...! ¡Que un perro, una rata, un ratón,
un gato me arañe de muerte! ¡Un bravucón, un granuja, un canalla, que lucha según reglas
matemáticas! ¿Por qué demonios te metiste en medio? Me hirió bajo tu brazo.
ROMEO
Fue con la mejor intención.
MERCUCIO
Llévame a alguna casa, Benvolio,
o me desmayo. ¡Malditas vuestras familias!
Me han convertido en pasto de gusanos.
Estoy herido, y bien. ¡Malditas!
Sale [con BENVOLIO].
ROMEO
Este caballero, pariente del Príncipe, amigo entrañable, está herido de muerte por mi
causa; y mi honra, mancillada con la ofensa de Tebaldo. Él, que era primo mío desde hace
poco. ¡Querida Julieta, tu belleza me ha vuelto pusilánime y ha ablandado el temple de mi
acero!
Entra BENVOLIO.
BENVOLIO
¡Romeo, Romeo, Mercucio ha muerto!
Su alma gallarda que, siendo tan joven,
desdeñaba la tierra, ha subido al cielo.
ROMEO
Un día tan triste augura otros males:
empieza un dolor que ha de prolongarse.
Entra TEBALDO.
BENVOLIO
Aquí retorna el furioso Tebaldo.
ROMEO
Vivo, victorioso, y Mercucio, asesinado.
¡Vuélvete al cielo, benigna dulzura,
y sea mi guía la cólera ardiente!
Tebaldo, te devuelvo lo de «ruin»
con que me ofendiste, pues el alma de Mercucio
está sobre nuestras cabezas esperando
a que la tuya sea su compañera.
Tú, yo, o los dos le seguiremos.
TEBALDO
Desgraciado, tú, que andabas con él,
serás quien le siga.