Misas herejes (Evaristo Carriego) Libros Clásicos

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escarmientos
las plantas atrevidas que pisaron las rosas
puestas en el camino de las rutas gloriosas.
Pero ya estoy curado, ya no más tonterías,


que las gentes no quieren comulgar insanias...
¡En el agua tranquila de las renunciaciones se han deshecho las hostias de las revelaciones!
Ya no forjo intangibles castillos cerebrales,

de románticos símbolos de torres
augurales.
Sobre el dolor ajeno ni siquiera medito,
porque sé que una frase no vale lo que un

grito;
y, sin ser pesimista, no caigo en la locura
de buscar una página de serena blancura,
donde pueda escribirse la canción inefable
que ha de cantar el Hombre de un futuro

probable.


Las últimas etapas
Ya puestos en camino,
la fuerza propulsora de la marcha
nos impele a seguir, con la serena
actitud, sin desmayos, de la causa
sustentadora de un ideal glorioso,
que luce sus ensueños de esperanza
como flámulas rojas que flotasen
en girones de carnes torturadas.
Nos impele a seguir. Siempre la brega
deja un poco de fiebre sobre el alma,
en la frente un fulgor, y en la pupila
la radiante visión de las etapas;
etapas de dolor, hechas teorías
de credos inefables, de parábolas
de lengua incomprendida que pasasen
en la locomoción de las audacias,
¡como una blanca tropa de lirismos
por inmortales rutas incendiadas!

Preciso es continuar. Todas las dudas
que agobian la cabeza con su carga,
son grilletes fatales del cerebro

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