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Todos
estos elementos, digamos, se mezclan y muelen bien, y después de cernido
todo en tamices idóneos, se mezcla con un poco de agua, y se pone a secar
al sol. El precio antes era S. 2.80 centavos plata el quintal de pólvora.
Tan pronto como el líquido salitroso ha sido depositado en los
chuyadores, por medio de las cañerías que unen los cachuchos a dichos
chuyadores, se echa al líquido unos cuantos puñados de estiércol cernido,
de mula, para precipitar las materias terrosas, que en disolución
contienen los líquidos salitrosos citados. Los chuyadores son más grandes
tanques de fierro, de veinte a veinticinco pies cuadrados, y de tres pies
de profundidad. Depositadas al fondo del chuyador dichas materias
terrosas, se hace correr el líquido por cañerías correspondientes, de los
chuyadores a las bateas de fierro de enfriar. Rellenas éstas se echa a
cada batea un puñado de harina.
El líquido salitroso, cuando pasa de los cachuchos a los chuyadores,
tiene un color ladrillo claro, debido a las materias terrosas que tiene en
solución; en [56] los chuyadores, precipitadas las materias terrosas, toma
un color amarillerito, así como el color de la paja del trigo; en las
bateas, con la harina, toma un tinte verdoso muy bello, tan subido a veces
como el verde de una esmeralda. ¿Qué motivo tiene el líquido salitroso
para tomar ese tinte bello verde con la mezcla de la harina? No he
encontrado una explicación satisfactoria.
Las bateas de fierro para enfriar por completo el líquido salitroso,
son de diversos tamaños; por lo general, son de 16 ó 18 pies de largo, por