La lucha por la vida I (Pío Baroja) Libros Clásicos

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remendada y sucia y un pañuelo de hierbas anudado a la cabeza y se
puso a pasear, arrastrando las chanclas, de un lado a otro del corredor.
-¡Cochina! ¡Más que cochina! -murmuraba-. ¡Habrase visto la guarra!

Manuel fue al gabinete, en donde la patrona y la vizcaína charloteaban
en voz baja. La sobrina de la patrona, muerta de curiosidad, preguntaba
a las dos mujeres con irritación creciente:


La lucha por la vida I. La busca

-Pero ¿por qué la riñen a la Irene?

La patrona y la vizcaína cambiaron una ojeada amistosa, y se echaron
a reír.

-Di -gritó la niña porfiada, agarrando de la toquilla a su tía-. ¿Qué
importa que tenga ese bulto? ¿Quién le ha hecho ese bulto?

Entonces ya la patrona y la vizcaína no pudieron contener la
carcajada, mientras la chiquilla las miraba con avidez, tratando de
penetrar el sentido de lo que oía.

-¿Quién le ha hecho ese bulto? -decía entre risotadas la vizcaína-. Pero,
hija, si nosotros no sabemos quién le ha hecho el bulto.

Todos los huéspedes repitieron con fruición y entusiasmo la pregunta
de la sobrina de la patrona, y en cualquier discusión de sobremesa algún
chusco salía diciendo de improviso:

-Ya veo que usted sabe quién le ha hecho el bulto -y la frase se acogía
con grandes risotadas.

Luego, pasados unos días, se habló de una consulta misteriosa,
celebrada por las niñas de doña Violarte con la mujer de un barbero de
la calle de jardines, especie de proveedora de angelitos para el limbo; se

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