Las aventuras de Tom Sawyer (Mark Twain) Libros Clásicos

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Ya ves, Joe, un pirata no tiene nada que hacer cuando está en tierra; pero un anacoreta tiene que rezar una atrocidad y no tiene ni una diversion, porque siempre está solo.
-Es verdad -dijo Joe-, pero no había pensado bastante en ello, ¿sabes? Quiero mucho más ser un pirata, ahora que ya he hecho la prueba.
-Tal vez -dijo Tom- a la gente no le da mucho por los anacoretas en estos tiempos, como pasaba en los antiguos; pero un pirata es siempre muy bien mirado. Y los anacoretas tienen que dormir siempre en los sitios más duros que pueden encontrar, y se ponen arpillera y cenizas en la cabeza, y se mojan si llueve, y...
-¿Para qué se ponen arpilleras y ceniza en la cabeza? -preguntó Huck-
-No sé. Pero tienen que hacerlo. Los anacoretas siempre hacen eso. Tú tendrías que hacerlo si lo fueras.
-¡Un cuerno haría yo! -dijo Huck.
-Pues ¿qué ibas a hacer?
-No sé; pero eso no.
-Pues tendrías que hacerlo, Huck. ¿Cómo te ibas a arreglar si no?
-Pues no lo aguantaría. Me escaparía.
-¿Escaparte? ¿Vaya una porquería de anacoreta que ibas a ser tú! ¡Sería una vergüenza!
Manos Rojas no contestó por estar en más gustosa ocupación. Había acabado de agujerear una mazorca, y, clavando en ella un tallo hueco para servir de boquilla, la llenó de tabaco y apretó un ascua contra la carga, lanzando al aire una nube de humo fragante. Estaba en la cúspide del solaz voluptuoso. Los otros piratas envidiaban aquel vicio majestuoso y resolvieron en su interior adquirirlo en seguida. Huck preguntó:
-¿Qué es lo que tienen que hacer los piratas?
-Pues pasarlo en grande...; apresar barcos y quemarlos, y coger el dinero y enterrarlo en unos sitios espantosos, en su isla; y matar a todos los que van en los barcos...: les hacen «pasear la tabla».
Y se llevan.las mujeres a la isla-dijo Joe-; no matan a las mujeres.
-No -asintió Tom-; no las matan: son demasiado nobles. Y las mujeres son siempre preciosísimas, además.
-¡Y que no llevan trajes de lujo!... ¡Ca! Todos de plata y oro y diamantes -añadió Joe con entusiasmo.
-¿Quién? -dijo Huck.
-Pues los piratas.
Huck echó un vistazo lastimero a su indumento.
-Me parece que yo no estoy vestido propiamente para un pirata -dijo, con patético desconsuelo en la voz-; pero no tengo más que esto.
Pero los otros le dijeron que los trajes lujosos lloverían a montones en cuanto empezasen sus aventuras.

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