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Allí se quedaron hasta las cuatro y cuarto de la tarde. Entorno a cada ataúd ardían cuatro cirios de cera blanca.
Después las condujeron, con lo que quedaba de Santiago Cenci, al palacio del cónsul de Florencia. A las nueve y cuarto de la noche34 llevaron a San Pietro in Montorio el cadáver de Beatriz, cubierto con sus vestiduras y profusamente coronado de flores. Estaba deslumbradoramente bella; difiérase que estaba dormida. La enterraron ante el altar mayor y la Transfiguración de Rafael de Urbino. Fue escoltada, con cincuenta grandes cirios encendidos, por todos los religiosos franciscanos de Roma.
A las diez de la noche trasladaron el cadáver de Lucrecia Petroni a la iglesia ele San Jorge. Durante
34 Es la hora en que se celebran en Roma los encierros de los príncipes. El convoy del burgués tiene lugar a la puesta del sol; a la pequeña nobleza la trasladan a la iglesia a la una de la noche; a los cardenales y a los príncipes, a las dos y media de la noche, hora que, el 11 de septiembre, correspondía a las diez menos cuarto. (N. de Stendhal.)
esta tragedia, la multitud fue innumerable ; hasta donde alcanzaba la vista, las calles se veían llenas de carrozas y de gente; los tablados, las ventanas y los tejados, llenos de curiosos. El sol era aquel día tan abrasador, que muchos perdieron el conocimiento y muchísimos contrajeron calenturas; y cuando acabó todo, a las dos menos cuarto, y se dispersó la multitud, murieron muchas personas asfixiadas y otras aplastadas por los caballos. El número de muerto a fue muy considerable.
La signora Lucrecia Petroni era más bien baja que alta, y, aunque tenía cincuenta años, se conservaba muy bien. De facciones muy bella., tenía la nariz pequeña, los ojos negros, la tez muy blanca y con bellos colores; el cabello, escaso y castaño35.
Beatriz Cenci, que será llorada eternamente, tenía dieciséis años justos; era pequeña, bonitamente entrada en carnes y con unos hoyitos en medio de las mejillas, de manera que, muerta y coronada de flores, difiérase que estaba dormida, y hasta que reía, como solía hacerlo en vida.