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1.Jugadores
Pueden participar cualquier número de jugadores.
2.Valor de las cartas
Se utiliza un mazo español de 40 naipes. Todas las cartas tienen el valor en puntos que indica su Ãndice, excepto las figuras (rey, caballo y princesa) que valen 10, y los ases, que pueden valer 1 u 11 puntos, según la conveniencia del jugador.
3.Desarrollo
El rol de banquero pasa en cada juego a un jugador diferente, siendo el primero designado por sorteo.
Previo a cada juego, cada jugador coloca ante sà los tantos que constituyen su apuesta, ciñéndose a una cantidad máxima acordada de antemano.
Hechas las apuestas, el banquero distribuye tres cartas a cads jugador y a sà mismo, de una en una y de derecha a izquierda.
Cada uno de los jugadores o Puntos, intentará con ellas sumar 31 puntos. Comenzando por el mano, y siguiendo por turno, cada jugador dirá "me planto" o "carta" según to que ya sumen sus cartas.
Pidiendo "carta" recibe del banquero una carta descubierta, y tantas otras como veces vuelva a pedir, hasta que logre reunir las treinta y una y se plante, o se plante por ya estar muy cerca de dicha cantidad. Cuando un jugador se planta, pasa el turno al siguiente.
En último término juega el banquero, dándose carta o plantándose.
Una vez qua el banquero se planta finaliza el juego: descubre sus cartas y el resto de los jugadores las suyas, procediendo al cobro y pago de tantos.
El banquero le gana a todos los jugadores que tienen menor o igual puntaje que él, y pierde ante los que tienen más. Habiendo empate el juego se considera nulo, por to que quedan las apuestas para el siguiente.
Quien suma 31 puntos se lleva iguales tantos de los que apostó.
Quien hace la Ilamada treinta y una real (dos figuras y un as), se Ileva el doble de to que apostó; pero si es el banquero, recibe de los jugadores el doble de to que cada uno de ellos apostó.
En cada juego, pasa a ocupar la banca el jugador que en el anterior juego hizo treinta y una; cuando es el banquero quien la hace, continúa en su puesto.
El cobro y pago de tantos es realizado por quien da cartas, es decir, el banquero.