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Alejandro Dumas
EL HOMBRE DE LA MASCARA DE HIERRO
INDICE
Tres comensales admirados de comer juntos
¡A palacio y a escape!
Un negocio arreglado por M. de D´Artagnan
En donde Porthos se convence sin haber comprendido
La sociedad de Baisemeaux
El preso
La colmena, las abejas y la miel
Otra cena en la Bastilla
El general de la orden
El tentador
Corona y tiara
El castillo de Vaux
El vino de Melún
Néctar y ambrosía
La habitación de Morfeo
Colbert
Celos
Lesa majestad
Una noche en la Bastilla
La sombra de Fouquet
La mañana
El amigo del rey
Cómo se respeta la consigna en la Bastilla
El reconocimiento del rey
El falso rey.
En el que Porthos cree que corre tras un Ducado
El último adiós
Beaufort
Preparativos de marcha
El inventario de M. de Beaufort La fuente de plata
Prisionero y carceleros
Las promesas
Entre mujeres
La cena
Consejos de amigo
Cómo el rey Luis XIV hizo su pequeño papel
El caballo blanco y el caballo negro
En el cual la ardilla cae y la culebra vuela
Belle-Isle-en-Mer
Las explicaciones de Aramis
La despedida de Porthos
El hijo de Biscarrat
La gruta de Locmaria
En la gruta
Un canto de Hornero
La muerte de un titán
El epitafio de Porthos
El rey Luis XIV
Los amigos de M. Fouquet
El testamento de Porthos
¡Padre, padre!
El Angel de la muerte
El último canto del poema
Epílogo
La muerte de D´Artagnan
TRES COMENSALES ADMIRADOS DE COMER JUNTOS
Al llegar la carroza ante la puerta primera de la Bastilla, se paró a intimación de un centinela, pero en cuanto D´Artagnan hubo dicho dos palabras, levantóse la consigna y la carroza entró y tomó hacia el patio del gobierno.
D´Artagnan, cuya mirada de lince lo veía todo, aun al través de los muros, exclamó de repente:
-¿Qué veo?
-¿Qué veis, amigo mío? -preguntó Athos con tranquilidad.
-Mirad allá abajo.
-¿En el patio?
-Sí, pronto.
-Veo una carroza; habrán traído algún desventurado preso como yo.
-Apostaría que es él, Athos.
-¿Quién?
-Aramis.
-¡Qué! ¿Aramis preso? No puede ser.
-Yo no os digo que esté preso, pues en la carroza no va nadie más.
-¿Qué hace aquí, pues?
-Conoce al gobernador Baisemeaux, -respondió D´Artagnan con socarronería: -llegamos a tiempo.
-¿Para qué?
-Para ver.
-Siento de veras este encuentro, -repuso Athos, -al verme, Aramis se sentirá contrariado, primeramente de verme, y luego de ser visto.