La Tela

Página 1 de 1

Este juego tiene alguna analogía con el que se acaba de describir. Una señora es el tejedor, y las demás personas, excepto un caballero, son varas de tela : todas se ponen en fila dadas las manos, y apartando cuanto es posible los brazos, cuya disposición se llama tela tendida. El tejedor está al lado. El caballero que no entra en la tela es el comprador.

Cuando la tela está tendida, entra en ajuste con el tejedor poniendo las tachas á las piezas, como de ser una floja, otra áspera, aquella de mal color, y cosas semejantes con que procure, chancearse sin degenerar en satírico respecto de las personas que componen la tela. Al cabo convienen en el precio, y el comprador se adelanta para medir la tela dando por cada vara, después de haber contado el número de ellas, el precio que el tejedor le ha pedido; esto es, cantando por una, declamando un trozo de versos por otra, y en fin, cualquiera otra cosa que según el talento del comprador le ha exigido el tejedor . después se retira para ir á buscar mozos que le ayuden á trasportar las piezas.

No bien se ausenta, cuando se sueltan todos las manos, y se colocan como se ha dicho en el juego del lobo y la pastora, poniéndose el tejedor al frente. Acabada esta operación vuelve el comprador, diciendo que los conductores de la tela están cerca, -y que vienen por ella. ¿En dónde está? continúa. Aquí la tenéis, le responde el tejedor, enseñándole los que conduce. No es posible que esa sea mi tela, continúa el comprador : vamos á medirla. Con efecto, la mide, y necesariamente la encuentra más estrecha : el tejedor le manifiesta que está plegada, y que la procure estirar. Entonces el comprador le coge á él por los brazos procurando separarle de los demás, y con los esfuerzos que él hace, y los opuestos de los que componen la tela para no dividirse, se anima el juego, corriendo todos así unidos y formando semicírculos para huir cuando el comprador se acerca á coger alguno; prosigue el comprador en su intento, y cuando por fuerza ó destreza consigue desprender á alguno, puede exigir una prenda.

Suele ser muy común que la risa haga perder las fuerzas y desunirse las varas, en cuyo caso pagan todos prenda; y para volver á empezar el juego, se saca por suerte el papel de tejedor y comprador entre los que no lo han sido.

Página 1 de 1