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inventores del lenguaje, y al referirme a sus reflexiones creo que debo
añadir las mías para exponer las mis mas dificultades bajo el aspecto que
conviene a mi objeto. La primera que se presenta es imaginar cómo pudieron
ser necesarias las lenguas, pues no teniendo los hombres ninguna
comunicación entre sí ni necesidad alguna de ella, no se concibe ni la
necesidad de esa invención ni su posibilidad si no fue indispensable. Y
aun diría, como muchos otros, que las lenguas han nacido en el comercio
doméstico de padres, madres e hijos. Pero, además de que esto no
resolvería las objeciones, sería cometer el error de quienes, razonando
sobre el estado de naturaleza, transfieren a éste ideas tomadas de la
sociedad; ven a la familia reunida en una misma habitación y a sus
miembros observando entre sí una unión tan íntima y tan permanente como
entre nosotros, en que tantos intereses comunes los reúnen; cuando, al
contrario, no habiendo en ese estado primitivo ni casas, ni cabañas, ni
propiedades de ninguna especie, cada cual se alojaba al azar, y
frecuentemente por una sola noche; los machos y las hembras se ayuntaban
fortuitamente, al azar del encuentro, según la ocasión y el deseo, sin que
la palabra fuera un intérprete muy necesario para las cosas que tenían que
decirse, y con la misma facilidad se separaban (19). La madre amamantaba a
los hijos por propia necesidad; después, habiéndose encariñado con ellos
por la costumbre, los alimentaba por la suya; en cuanto tenían la fuerza
necesaria para buscar su alimento, no tardaban en abandonar a su madre
misma, y como casi no había otro medio de encontrarse que no perderse de
vista, bien pronto se hallaban en estado de no reconocerse unos a otros.
Observad también que teniendo el niño que explicar todas sus necesidades,
y, por tanto, más cosas que decir a la madre que la madre al niño, debe
correr con los mayores gastos de la invención, y que el lenguaje que