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Que quier dezir: «Do es el tu tesoro, ý es el tu coraçón». Et cuando esto dixo, tornósse a las gentes et díxoles:
-Amigos, porque beades que la palabra del Evangelio es verdadera, fazet catar el coraçón a este omne et yo vos digo que non lo fallarán en el cuerpo suyo et fallarlo an en el arca que tenía el su tesoro.
Estonçe fueron catar el coraçón en el cuerpo et non lo fallaron ý, et falláronlo en el arca como sancto Domingo dixo. Et estava lleno de gujanos et olía peor que ninguna cosa por mala nin por podrida que fuesse.
Et vós, señor conde Lucanor, como quier que el tesoro, como desuso es di-cho, es bueno, guardad dos cosas: la una, en que el tesoro que ayuntáredes, que sea de buena parte; la otra, que non pongades tanto el coraçón en el tesoro porque fagades ninguna cosa que vos non caya de fazer; nin dexedes nada de vuestra onra, nin de lo que devedes fazer, por ayuntar grand tesoro de buenas obras, porque ayades la gracia de Dios et buena fama de las gentes.
Al conde plogo mucho deste consejo que Patronio le dio, et fízolo assí, et fallóse ende bien.
Et teniendo don Johan que este exiemplo era muy bueno, fízolo escrivir en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Gana el tesoro verdadero et guárdate del falleçedero.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XV
De lo que contesçió a don Lorenço Suárez sobre la çerca de Sevill
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta guisa:
-Patronio, a mí acaesçió que ove un rey muy poderoso por enemigo; et desque mucho duró la contienda entre nos, fallamos entramos por nuestra pro de nos avenir. Et como quiera que agora estamos por avenidos et non ayamos guerra, siempre estamos a sospecha el uno del otro. Et algunos, también de los suyos como de los míos, métenme muchos miedos, et dízenme que quiere buschar achaque para ser contra mí; et por el buen entendimiento que avedes, ruégovos que me consejedes lo que faga en esta razón.