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Casi todos eran personas a las que había conocido cuando aún intentaba conseguir mi tarjeta blanca. Vi a Dodger Gillespie exhibiendo sus conexiones mientras le pedía un cigarrillo a una azafata espacial que parecía muy impresionada.
-¡Dodger! -exclamé abrazándola-. Creía que estabas en el Cinturón...
-Y allí estaba -gruñó ella-. Dejé escapar un par de hallazgos estupendos para acudir a tu maldita pelea de conejos.
Usó un tono de voz bastante quejumbroso, aunque no apartaba la mirada de la pobre niña. Tenía los ojos medio cerrados y movía la cabeza de tal forma que las conexiones reflejaban la luz. La azafata seguía ofreciéndole el paquete de cigarrillos como si fuera su única misión en la vida, y Dodger acabó
dignándose coger uno.
-Gracias, querida-dijo.
Me atizó un vigoroso puñetazo en el hombro para indicarme que las dejara
solas lo más deprisa posible, aunque la cosa no iba del todo en serio. Con Dodger las cosas nunca van del todo en serio, ¿sabes?
Y decidí quedarme allí sólo para hacerla enfadar un poquito.
-¿Lo estás pasando bien? -le pregunté a su víctima.
-Oh, sí -respondió.
Giró la cabeza para lanzar una rápida mirada interrogativa a Dodger y volvió a girarla hacia mí, pero Dodger se limitó a contemplarme con la cabeza inclinada a un lado como si quisiera taladrarme con las pupilas. No parecía muy dispuesta a presentarnos.
-Me llamo Tabitha -dije con mi mejor sonrisa-. Tabitha Jute...
-¡Oh, entonces eres la que da la fiesta! -graznó la azafata de Dodger.
-Exacto -dije yo.
Dodger suspiró y nos envolvió en una nube de humo.
-Así que has decidido ganarte la vida por tu cuenta, ¿eh? -dijo la víctima.
Volvió a sacar el paquete de cigarrillos del bolsillo en el que lo había
guardado, y permití que me ofreciera uno antes de negar con la cabeza. -Estaba empezando a notar los efectos de la presencia de Dodger.
Siempre ha sido una mala influencia para mí, ¿sabes?
-Lo siento... -La azafata tragó saliva-. Me llamo Moira. ¿Qué tal estás?
-Encantada -gruñó Dodger.
Moira la miró y puso cara de no saber qué hacer, pero estaba claro, que había cambiado de objetivo. Ahora tenía ganas de hablar conmigo, no con Dodger.
-Ojalá tuviera una nave -dijo y suspiró-. Me encantaría viajar.