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El hombre alto y flaco gritó algo que no pudo oír. El enjambre de pequeños roedores cayó sobre él y Tabitha vio como movía un brazo hacia atrás, apuntando melodramáticamente con la mano hacia la parte trasera del hangar.
Tal emitió un silbido ensordecedor.
-¡Mazapán! -graznó .
Tabitha torció el gesto y pensó que si volvía a hacer algo parecido le metería en la caja y se sentaría sobre la tapa.
Captó un movimiento en las pantallas de los sensores de popa y volvió la cabeza hacia ellas. Sufrió un breve instante de confusión durante el que estuvo convencida de que aquella silueta era el hombre alto y flaco, y Tabitha no lograba entender cómo se las había arreglado para colocarse detrás de ellos. Pero la esbelta silueta visible en las pantallas de los sensores pertenecía a una mujer. Tabitha vio como subía a la aleta de estribor, saltaba de ella al casco que aún no se había enfriado y corría velozmente sobre su curvatura, moviéndose a grandes zancadas mientras extendía un brazo delante de ella, apuntando con el dedo índice y el meñique a la confusión de perks que estaba luchando con el hombre.
El aire pareció incendiarse por encima de sus cabezas. Un diluvio de llamas cayó sobre los perks. Hubo chillidos y alaridos, y los cuerpecitos de los perks se movieron frenéticamente y se empujaron los unos a los otros mientras las zarpas se agitaban para caer sobre la ropa humeante y las plumas chamuscadas.
El relámpago la había dejado un poco deslumbrada, y de repente Tabitha vio el rostro de la mujer muy cerca del suyo y en posición invertida.
La mujer estaba tumbada encima del parabrisas sin agarrarse a nada y les miraba fijamente. Su rostro era idéntico al del hombre, con rasgos tan afilados como la hoja de un cuchillo y la frente muy despejada. Un bigote tan delgado que parecía una raya de lápiz decoraba su algo caprino labio superior. La mujer sonrió y le guiñó un ojo a Marco. Todo esto ocurrió en el instante que siguió al relámpago y un momento antes de que la aparición extendiera los brazos y las piernas al máximo y se lanzara sobre los perks que se habían congregado debajo de ella.
-¡Snix! -graznó Tal.
Los perks estaban huyendo del hangar. Corrían dando grandes saltos y se escurrían a toda velocidad por los rincones volviendo a los escondites de los que habían salido.