Las manos blancas no ofenden (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

Página 36 de 80


SERAFINA: Pues proseguid.
FEDERICO: Oye atenta;
que, aunque mi silencio quiso
[recatarte la fineza],
añadiéndola el callarla
al realce de hacerla,
con todo, viendo cuán poco
mi fe contigo merezca,
desnudo de tu favor,
que della me vista es fuerza.
Antes, Serafina hermosa,
que yo a tu corte viniera
--declarado amante iba
a decir, pero la lengua,
más cortés que yo, turbada,
con tan grande voz no acierta;
permite que mi osadía
se vaya por mi modestia--.
Vine a tu corte, llamado
del aplauso de las fiestas
que Carlos en nombre tuyo
mantenía. Vite en ellas
la noche que la fortuna,
mala autora de comedias,
empezándola en festín,
vino a acabarla en tragedia.
A tus umbrales estaba,
desvelada centinela
del sueño de tus amantes,
cuando la llama violenta
en pirámides de humo
iba buscando su esfera;
y arrojándome al peligro,
si hay peligro que lo sea
a vista de tanto premio
como tu vida...

Salen LISARDA y NISE


LISARDA: La lengua
ten, falso, aleve, tirano.
FEDERICO: (¿De dónde salió esta fiera
a matar segunda vez?)
LISARDA: Y tú, perdóname, bella
Serafina, que interrumpa
lo que Federico cuenta;
que si he callado hasta aquí,
ya desde aquí hablar es fuerza,
porque tú no hagas empeño
de su traición.
FEDERICO: (Ella intenta,
sin duda, decir quién es,
porque a Serafina pierda.)
SERAFINA: Pues ¿qué novedad te obliga,
César, a tal acción?
LISARDA: Ésta. --
¿Para esto, traidor amigo,
agradecido a la deuda
del socorro del caballo,
te di de mis dichas cuenta?
¿Para esto te hice dueño
de alma y vida, siendo en ella...
FEDERICO: (Ya es aquesto declararse.)
LISARDA: el secreto de que intentas
valerte para matarme
aquí con mis armas mesmas?
FEDERICO: (¿Adónde irá a parar esto?)
LISARDA: Pues no ha de ser. Y pues ciega

Página 36 de 80
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:



Diccionario: