El Jorobado (Arthur Conan Doyle) Libros Clásicos

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-Así fue, señor. Y al verme a mí, él asumió una expresión como nunca se la he visto a ningún hombre y se cayó, dándose un golpe en la cabeza contra el guardafuegos. Pero ya estaba muerto antes de caerse. Leí la muerte en su cara tan claramente como ahora puedo leer ese texto a la luz del fuego. La mera visión de mi persona fue como una bala que atravesara su corazón culpable.
-¿Y entonces?
-Nancy se desmayó y yo le arranqué de la mano la llave de la puerta, con la intención de abrirla y pedir auxilio. Pero mientras lo hacia, me pareció mejor dejarlo y huir, ya que las cosas podían ponerse negras para mí. Por otra parte, si me detenían mi secreto quedaría al descubierto. En mis prisas, metí la llave en mi bolsillo y dejé caer mi bastón mientras daba caza a Teddy, que se había subido a la cortina. Una vez lo tuve en su caja, de la que había escapado, me alejé de allí con toda la rapidez posible.
-¿Quién es Teddy?
El hombre se inclinó y alzó la parte frontal de una especie de conejera que había en un rincón. Al instante salió de ella un bellísimo animal de color castaño rojizo, esbelto y sinuoso, con patas de armiño, un hocico largo y delgado, y el par de ojos más hermosos que nunca hubiera visto yo en la cabeza de un animal.
-¡Es una mangosta! -grité.
-Algunos lo llaman así y otros lo llaman icneumón.
-dijo el hombre-. Cazador de serpientes es el nombre que le doy yo y es sorprendentemente rápido con las cobras. Aquí tengo una sin colmillos, y Teddy la captura cada noche para divertir a los clientes de la cantina. ¿Alguna cosa más, caballero?
-Tal vez tengamos que verle de nuevo si la señora Barclay llegara a encontrarse en un grave aprieto. -En este caso, desde luego, yo me presentaría.
-Pero si no es así, no hay necesidad de suscitar este escándalo contra un hombre que ya está muerto, por vergonzoso que haya sido su comportamiento. Tiene usted, al menos, la satisfacción de saber que, durante treinta años de su vida, su conciencia siempre le reprochó su malvada conducta severamente. Ah, allí va el mayor Murphy, por el otro lado de la calle. Adiós, Wood. Quiero saber si ha ocurrido algo nuevo desde ayer.

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